Tras años de obras, la iglesia de San Luis y la Capilla Doméstica tuvieron, por fin, su inauguración oficial. Es una noticia de la que debemos sentirnos orgullosos todos los sevillanos amantes del arte y la cultura.
Estos dos edificios, iglesia y capilla, están situados en lo que fueron las casas de los duques de Alcalá. Este conjunto ocupó un pequeño alcázar musulmán que defendía la puerta de la muralla islámica que se encontraba en lo que hoy es iglesia de Santa Catalina. Las casas del duque ocupaban una enorme extensión y quedaron en desuso al trasladarse la familia a la Casa de Pilatos.
La fuerza de la orden jesuita, derivada de su connivencia con la política de los reinos europeos, se mostraba en sus 5 edificios de Sevilla. El noviciado de San Luis fue uno de ellos, construido con el objetivo de formar a los jóvenes jesuitas que debían partir para América y Asia en las flotas de Indias. Por ello, entre el genial arquitecto Leonardo de Figueroa y el padre Jerónimo de Ariza, director de la Orden, diseñaron un edificio que debía ser una recreación de la sabiduría universal: el templo de Salomón. Llamaron a los mejores artistas de la Sevilla del momento: Pedro Duque Cornejo, Lucas Valdés, Domingo Martínez y muchos otros, buscando lo que entenderíamos hoy por “integración de las artes” y cuyo objetivo era mover a los jóvenes aprendices a la emoción, el éxtasis religioso y el cumplimiento de las reglas de la orden.
Una vez expulsados los jesuitas, en 1767, el conjunto tuvo varios inquilinos, algunos religiosos y otros civiles. Pero la iglesia y la capilla se mantuvieron en buenas condiciones, más allá de la falta de mantenimiento y, milagrosamente, han llegado casi intactos hasta nuestros días, congelados en el tiempo.
La primera restauración de la que tenemos noticia la realizó Alberto Balbontín en 1947. Su autor fue un gran arquitecto, catedrático y fundador de una saga de excelentes profesionales. Según la memoria del proyecto, suprimieron una gran higuera que había crecido en la cúpula y que amenazaba con arruinarla. Adecentaron el edificio y sustituyeron solerías.
A finales de los años 80 y conjuntamente con el fallecido arquitecto Félix Pozo, sustituimos las cubiertas y restauramos la impresionante fachada. En 2010 realicé una campaña de restauración, financiada entre el 1% cultural del Ministerio de Fomento y la Diputación, por unos 3 millones de euros. Apoyado por un grupo de excelentes profesionales, arqueólogos, antropólogos, aparejadores y restauradores, ejecutamos una gran operación que limpió y consolidó la cripta, restauró todo el interior de la iglesia así como la cúpula y la Capilla Doméstica. También se restauró el órgano.
La operación se cerró con la iluminación artística de Endesa y con el acondicionamiento para las visitas por técnicos de la Diputación dirigidos por Gabriel Campuzano y Enrique Masferrer.
Dentro del conjunto de iglesias sevillanas San Luis es un caso único: fue construida de una sola vez por Leonardo de Figueroa y su hijo Matías. Mientras que en el resto de iglesias barrocas su condición viene dada por los retablos, aquí el barroquismo está incorporado en el diseño global del edificio; es la obra maestra de su autor.
En el interior, todo -pintura, escultura, retablos, iluminación desde el tambor de la cúpula- confluye en un conjunto armonioso, en el cual el esquema global es más importante que sus partes. Por último es una iglesia civil, desacralizada desde tiempos inmemoriales. Aunque su lectura ahora no es la misma que tuvo en sus tiempos jesuitas, el impacto y la belleza que transmite han recorrido intactos casi 300 años desde su creación.
Una mención especial merece la Capilla Doméstica. Este pequeño oratorio procede de uno de los salones del palacio de los duques de Alcalá, un espacio cuadrado o qubba que los jesuitas adaptaron como su primera capilla. Posteriormente se alargó, derribando uno de los muros. Según todos los indicios, Leonardo de Figueroa construyó las bóvedas que la cubren: de aquí proviene el diseño de la capilla de los Montpensier en el palacio de San Telmo. Pinturas, relicarios y rocalla la cubren en su totalidad, como una pequeña capilla sixtina sevillana, con el fondo de cierre de un impactante retablo realizado por Duque Cornejo.
La información obtenida de estas obras es impresionante. Este es uno de los grandes objetivos de los proyectos de restauración: el conocimiento y su difusión.
Enhorabuena a la Diputación y a su presidente que, a lo largo de tantos años, ha sabido velar por uno de los edificios más singulares de Sevilla y que, a pesar de la grave crisis económica, ha mantenido viva la llama de San Luis.
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