Doñana 50 años

El lince es el príncipe

Durante siglos, para quienes se adentraban en Doñana, el gran atractivo no fueron los linces ni las águilas, sino jabalíes, venados y gansos

Publicado: 23/06/2019 ·
11:43
· Actualizado: 26/06/2019 · 17:54
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Autor

Jorge Molina

Periodista, escritor y guionista. Y siempre con el medio ambiente como referencia

Doñana 50 años

Doñana cumple 50 años como parque y es momento de contar hechos sorprendentes

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Durante siglos, para quienes se adentraban en Doñana, el gran atractivo no fueron los linces ni las águilas, sino jabalíes, venados y gansos. No había hombre de a pie (trabajadores del lugar) o sobre caballo (nobles y bodegueros, o ambas cosas) que se preocupase por los grandes depredadores de la pirámide trófica mediterránea. Hasta el lobo pasó al olvido, pues se le vio por última vez en Doñana al inicio de los años 50, en concreto una hembra abatida por el guarda José Chico en la Algaida.

No, nada de linces, águilas o lobos. Se entraba a Doñana a cazar, para comer o para divertirse. Incluso después, cuando surgió el interés por el Coto en los primeros naturalistas –casi todos venidos de Europa, más esos raros españoles llamados Bernis, Valverde o Mauricio González–, sus prismáticos y cámaras apuntaban a todo tipo de aves, pero el lince seguía fuera del foco de interés.

En verdad es más difícil ver a un ejemplar de gato –como siempre le llamaron los guardas- que a una bandada de espátulas. Se unía que era abundante, mucho en comparación con el drama actual; o, al menos, se pensaba que proliferaba, pues estudios al respecto habría uno o ninguno hasta que José Antonio Valverde y su primer discípulo Miguel Delibes se remangaron a la tarea.

Y saltó la alarma. En los años 60, Valverde consideró que existía una población escasa en cinco núcleos (Sierra de Gata, Montes de Toledo, noroeste de Badajoz, Sierra Morena y área de Doñana, esta con 50 ejemplares). Delibes y Alejandro Rodríguez realizaron un censo con encuestas a vecinos y propietarios cifrando en 1.100 los linces en los años 80 en seis territorios.

El Gobierno franquista había decretado en 1953 la creación de las Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos (es decir, pagaba por matarlas), que documentan la muerte de 152 linces en España hasta 1961, en su mayoría en los Montes de Toledo. La alerta internacional, y en particular Valverde, lograron que en 1966 el Estado español protegiera la especie.

Pasó el tiempo y a día de hoy, sin duda, el lince es el gran tótem faunístico de Doñana. Quizás por la influencia de la televisión, o por su mera belleza, son estos mamíferos predadores quienes concitan el interés popular y fijan una imagen del parque presidida por su bellísimo porte. Pero el hermoso felino ha arrastrado una doble cruz. Su casi desaparición, motivada por la caza analfabeta y obtusa de nuestro país hasta hace pocos años, la mixomatosis de los conejos , y un territorio cada vez más vallado y asfaltado, lo llevaron al coma: menos de 100 ejemplares a principios de este siglo.

A la par, sufrió el escarnio de quienes desearon simbolizar en él su rechazo a toda medida de protección de la naturaleza. Quienes piensan que cazar es un ‘derecho’, que el campo quien lo entiende son ellos.

El lince ha salido de la respiración asistida y vuelve a sus montes. Ahora suman más de 600, y no sólo en Doñana y la Sierra Morena de Córdoba y Jaén, sino también en otras regiones españolas. Es un triunfo contra lo inevitable, del que sentirse felices en Andalucía en este inicio de siglo.

El lince es el rey en el imaginario popular. Un icono para una Andalucía y una civilizada España de futuro, la que nada tiene que ver con el andar pesado de una cuadrilla escopeta al hombro oteando dianas animales.

Un triunfo que nació en Doñana, de unos tipos a los que pocos todavía no les dan la razón. Muy pocos, sí, pero cuánto berrean…

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