Matrícula de deshonor

Cambiar de aires

En esta sociedad que estamos concibiendo -algunos más que otros- buscamos esa libertad a la hora de tomar decisiones

Publicado: 04/06/2019 ·
13:48
· Actualizado: 04/06/2019 · 13:48
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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En esta sociedad que estamos concibiendo -algunos más que otros- buscamos esa libertad a la hora de tomar decisiones y sentirnos los protagonistas de nuestra propia evolución, fintando las adversidades y localizando los caminos más idóneos para llegar a nuestros objetivos. Para ello, necesitamos probar constantemente nuevas alternativas; errar mucho e identificar los raíles concretos que sigan esa senda que se adapte a nuestra forma de concebir el mundo. Nunca ha sido tarea fácil y la sociedad en general pone trabas para todo, irrumpiendo en ese destino final que nos merecemos, o por lo menos, la mayoría. En esta vida podemos cambiar de bar de costumbre por infinidad de particularidades. Podemos divorciarnos si las decisiones de nuestra boda ya no cumplen con nuestros deseos actuales. Hay quienes cambian de religión y abrazan otros dioses, o dejan sus vidas para dedicarlas a la Iglesia, por sentir la conocida llamada. En general, el cambio en nuestra sociedad es parte de la evolución, de la experiencia, y es necesario ir corrigiendo los pasos que se van dando: cambiar de carrera, de profesión, de amigos o grupos sociales es tan vital que, sin estos movimientos, jamás avanzaríamos en la vida. Todos conocemos a compañeros o compañeras que cambian de sexo, una necesidad imperiosa que merecería un análisis más profundo o que simplemente deciden cambiar de orientación sexual. En definitiva, los cambios, sean de barrio, de ciudad o país, son parte del proceso de adaptación que alteran en cierta medida las circunstancias actuales, pero que engendran cientos de nuevas elecciones futuras aún por descubrir. Particularmente, me gustan los cambios, conocer nuevos planteamientos, vislumbrar diferentes posibilidades y caminar con los conocimientos suficientes para tener y consolidar esos sentimientos de pertenencia que tanto necesitamos, desechando aquello que no pretendo, que no concibo o en lo que no creo. Pero dentro de los cambios a los que esta vida nos arrastra, los hay que no siempre se perciben como un acto de progreso. Es más, cuando se habla de cambios de ideología o de partido político, el concepto evolución se torna en degeneración, y yo, que no suelo dar la razón nunca, aquí tampoco.

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