¿Adivinan cuáles han sido las cinco noticias más difundidas por los medios de comunicación nacionales sobre las elecciones andaluzas en la precampaña y los diez días de campaña electoral que llevamos? Si nos ajustamos escrupulosamente a las que deberían ser ahora las principales preocupaciones de Andalucía, pensaría que el lamento colectivo de todos los partidos que concurren al 2-D por la tragedia migratoria incesante de magrebíes y subsaharianos ahogados en nuestras costas; el apoyo de todos los candidatos al Gobierno central en su posición sobre Gibraltar frente al Reino Unido; las propuestas innovadoras de cada formación para crear empleo;sus respectivas reivindicaciones para que Andalucía reciba una financiación autonómica justa, y el papel que nuestra comunidad debe jugar, en estos complejos tiempos para la convivencia, en la futura configuración territorial del Estado.
¡Qué ingenuidad la mía! ¿Cómo puedo ser tan cándido? Si bien es cierto que de estos asuntos de máximo interés para nuestra tierra se ha hablado o debatido en los últimos días y en las últimas semanas -no lo suficiente, la verdad-, apenas han trascendido porque no han sido los ejes cardinales de los discursos electorales. De lo que se ha enterado el resto de españoles es del insulto “rata” que las Nuevas Generaciones del PP escupieron a Susana Díaz y a los ex presidentes Chaves y Griñán; la omnipresencia de Pablo Casado, Albert Rivera e Inés Arrimadas con sus mensajes nacionales o catalanes para tapar,y no arropar, a sus respectivos candidatos; el acto de la presidenciable socialista que reventaron un centenar de taxistas violentos y macarras que escondían su supuesta razón y su cuestionable valentía bajo pasamontañas, y las dos evocaciones de ficción de Teresa Rodríguez y Juan Manuel Moreno: la primera como Khaleesi con sus tres dragones para acabar con los caminantes blancos de Juego de Tronos y el segundo como Jedi poseedor de la fuerza en Star Wars.
Estos titulares conforman la imagen que España ha comprado de las elecciones andaluzas. Un país ávido siempre de situarnos en la frivolidad, la insignificancia, la corrupción y en los sucesos. No nos quejemos luego si no nos toman en serio. No somos culpables del tópico prejuicioso, ignorante o teledirigido como ariete de desgaste, pero sí de trasladar una imagen distorsionada de nuestra tierra. Y algunos en estas elecciones se están luciendo.
PD. La violencia es el arma de quien no tiene la razón. Parafraseando a Julio Anguita: ¡Maldita sea la violencia…! Hay que condenarla siempre, sin tapujos, aunque te cueste perder un puñado de votos. Les garantizo que los votos de los violentos no merecen la pena.
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