La Tribuna de Nertis

Verdaderos estúpidos

Hace ya casi una semana que dejamos atrás a la “Madrugá”, incorporado ya a la vorágine diaria del trabajo, y sin embargo, no paro de pensar en lo que ocurrió...

Hace ya casi una semana que dejamos atrás a la “Madrugá”, incorporado ya a la vorágine diaria del trabajo, y sin embargo, no paro de pensar en lo que ocurrió la pasada madrugada del Viernes Santo.
He de reconocer que no era espectador de esta maravilla desde hace algo más de veinte años. Pero aceptando este año la invitación de un buen amigo me decidí a presenciar tan maravilloso acontecimiento acompañándolo en los palcos de la Plaza de San Francisco, un lugar “tranquilo”, lejos de todas las bullas y aglomeraciones de gente. Desde que yo lo recuerdo, era un sitio tranquilo, distinguido, donde ocupas tu sitio, te sientas, y todas las personas que hay a tu alrededor vienen a lo mismo, a disfrutar, y donde todo el mundo habla de lo mismo, de Semana Santa y de la maravilla que está pasando en ese momento y de la que va a pasar después.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Nada de tranquilidad a partir de las cuatro de la madrugada. Cuando estaba transitando por los palcos el cuerpo de nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, oigo a mis espaldas un ruido atronador, algo que me recordaba como si vinieran, cada vez más cerca, cien caballos corriendo hacia mí. Es entonces cuando me vuelvo y veo con absoluta perplejidad cómo el cuerpo de nazarenos que estaba tranquilamente transitando, corre despavorido hacia atrás, hacia la calle Sierpes, tirando en su correr los cirios y algunos enseres. Mi sensación fue malísima, de puro terror. Y siguieron a este suceso algunos conatos más, ya más leves, afortunadamente.

Y pasaban los minutos, y veíamos policías arriba y abajo, y nosotros atentos a las redes sociales, que era donde podías encontrar algo de información. Y esta información se completa mucho después, cuando empiezan a emitirse los comunicados oficiales donde se nos dice que son actuaciones aisladas provocadas por unos vulgares gamberros que luego fueron detenidos y posteriormente ingresados en prisión. En definitiva, se trataba de actos de verdaderos estúpidos.

No puedo evitar que me venga a la cabeza el historiador económico italiano Carlo Cipolla, autor de la Teoría de la Estupidez. Este autor establece en su obra Allegro manon troppo cuatro grupos de individuos: INTELIGENTES (benefician a los demás y a sí mismos); INCAUTOS (benefician a los demás pero se perjudican a sí mismos); MALVADOS (perjudican a los demás, pero se benefician a sí mismos); y ESTÚPIDOS (perjudican a los demás y también a sí mismos). Y es que hay que ser verdaderamente ESTÚPIDO para organizar y llevar a cabo todo eso que vimos en la Madrugá de Sevilla.

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