El Loco de la salina

A ti te pasa algo

Todo era desconocido para él. En su nueva casa no sonaron ni las primeras palmaditas en el culo...

Hoy les voy a contar una historia de esas que te dejan huella y que a los locos nos pone pensativos y concentrados a pesar de nuestras mentes calenturientas.Un buen día de hace algunos años Joselito llegó a La Isla con casi cinco años y un extraño mundo por descubrir.Todo era desconocido para él. En su nueva casa no sonaron ni las primeras palmaditas en el culo, ni hubo flores en la mesita de noche, ni biberones que calentar,ni comadres alrededor, ni falta que hacían, porque Joselito estaba allí esperando simplemente cariño que compartir. Todavía hay gente recalcitrante que piensa que la pura biología es la norma suprema que rige los destinos de la humanidad y que la sangre es la que marca las fronteras entre el afecto y el amor.

Están equivocados.No es así. Quizás sea porque no han vivido en sus carnes esa atrevida aventura de la adopción ni se han adentrado en ese mundo maravilloso de la entrega total a cambio de nada. De la misma manera que no hay hijos adoptivos, sino solamente hijos, tampoco hay padres adoptivos, sino solamente padres.Decía un escritor alemán con mucho acierto: “No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos”. Así que aquel niño, lejos de ser un extraño y un recién aterrizado, llenó la casa de infancia y de felicidad. Pasaron los años, y los lazos del amor fueron creciendo al mismo tiempo que las preocupaciones por el futuro. No le dio su madre la vida, sino que muy al contrario fue su hijo quien le dio la vida a ella. Como ser padre o madre no consiste solamente en echar niños al mundo, Joselito recibió de sus padres una educación y una responsabilidad, que hoy, al paso del tiempo, se le refleja radiante en la cara.

No le faltó a su padre ese llegar y hablar con su hijo, ese dirigirse a él en los momentos difíciles para decirle “a ti te pasa algo”, ese vivir juntos los problemas de la vida…Ni a su madre le faltó esa mirada que sin palabras todo lo explica y ese punto que solamente una madre sabe poner en su sitio. Lo que está meridianamente claro es que el roce hace el cariño y que, como decía una famosa escritora francesa: “Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender”.

Joselito estudió, encontró trabajo, se enamoró y tuvo un niño que a sus pocos años es despierto como la aurora, aunque se distrajo un poquito a la hora de llevarle los anillos al cura. Y es que hace unos días decidieron casarse ante el altar y este loco se fue directamente a la peluquería a arreglarse un poco el exterior de la cabeza, porque el interior no parece tener arreglo. La boda fue muy bonita y entrañable. Y, si su padre, emocionado, pudo a duras penas dedicarle unas palabras a su hijo ante el altar, yo también me emocioné al repensar en los muchos años transcurridos desde que nos conocimos y en la rapidez con que corren las manillas del reloj muy a pesar nuestro.

Y pensé, dentro de lo que cabe, que ser padre es muchísimo más que cumplir con una función biológica, es facilitar que tu hijo se convierta en adulto hecho y derecho. No tiene la menor importancia la primera etapa biológica inicial, porque lo realmente importante es el calor humano y la entrega del corazón.Sirvan estas líneas como testigos del aprecio que le tenemos a esta familia y, aunque uno se reconozca loco de remate, también los locos tenemos algunos momentos de lucidez que nos facilitan expresar nuestros sentimientos de la mejor forma que podemos.

Un abrazo y todo un reconocimiento a una vida de entrega a un niño que un buen día se coló por vuestra casa y al que hoy veis convertido en un hombre con todas las de la ley.

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