Acento andaluz

El mal gusto no es delito

El mal gusto no es un delito. Perseguirlo denota que este país está perdiendo a raudales sentido común, tolerancia y respeto a la opinión del diferente.

¿Estamos sufriendo una involución democrática? ¿La libertad de expresión y de creación se topa con más cortapisas que nunca? Creo sinceramente que sí. Dos episodios recientes hacen saltar las alarmas de este peligroso retroceso y, por ende, de una sociedad cada vez más desquiciada por el despropósito de algunos jueces y gobernantes: encarcelar a los dos jóvenes titiriteros granadinos e imputar a las 3 feministas que procesionaron con una vagina gigante por las calles de Sevilla.

Raúl García, de 34 años, y Alfonso Lázaro de la Torre, de 29, representaron dentro de la programación de Carnaval organizada por el Ayuntamiento de Madrid la obra La bruja y don Cristóbal. Ante un público infantil, con padres ojipláticos ante lo que observaban, enlazaron escenas violentas y exhibieron una pancarta en la que se leía Gora Alka-ETA. A petición de la Fiscalía, tras declarar ante el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno por supuestos delitos de enaltecimiento de terrorismo y contra los derechos y libertades públicas, pasaron 4 noches y 5 días en la prisión de Soto del Real en Madrid.

En el Primero de Mayo de 2014, tres mujeres procesionaron con la imagen de una vagina enorme, a modo de virgen, en un paso que denominaron del ‘Santo Coño Insumiso’ para reivindicar los derechos de las mujeres. Tras la denuncia de la Asociación Española de Abogados Cristianos por haber vulnerado sus sentimientos religiosos, un juzgado las imputó semanas atrás.

Los hechos son los que son, pero los gustos u opiniones sobre estas actuaciones son tan diversos como la subjetividad que acompaña el pensamiento y las apetencias de cada persona. A mi juicio, ambas escenificaciones son gratuitas y de mal gusto. Ahora bien, la deriva judicial y política de ambos episodios es, a todas luces, preocupante. El mal gusto no es un delito. Perseguirlo denota que este país está perdiendo a raudales sentido común, tolerancia y respeto a la opinión del diferente.

Además, ha quedado patente la dispar manera de actuar ante otros casos que revisten una verdadera gravedad, como las siempre repetidas y toleradas concentraciones fascistas cada 20-N o la reciente manifestación machista convocada en Granada. En estas dos últimas acciones sí había serios indicios penales para actuar. Sin embargo, el Ministerio Público y los jueces hicieron sordina y optaron por perseguir el mal gusto de los titiriteros y las feministas.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN