Patio de monipodio

Gran rey

Por fin -en principio al menos- una buena noticia. Tras la oposición de la Junta y del Gobierno central a cuanto suponga mejora para Sevilla, el momentáneo acuerdo entre las administraciones parece insuflar un poco de confianza..

Por fin -en principio al menos- una buena noticia. Tras la oposición de la Junta y del Gobierno central a cuanto suponga mejora para Sevilla, el momentáneo acuerdo entre las administraciones parece insuflar un poco de confianza. Salvo error (que debemos confiar no se cometa), el proyecto “Sevilla Park Arena” es una obra capaz de relanzar y revitalizar otras. Por ejemplo, dejar sin argumento a Unicaja y la Caixa para cerrar Isla Mágica, pues le aportaría visitantes, por la mayor afluencia que reportaría a la ciudad. No es lo único. A pesar del desprecio mostrado por el actual Ayuntamiento a recibir forasteros en la Feria, la aportación de visitantes a una ciudad siempre aporta algo -y en ocasiones mucho- a su economía. Después, también, de que el ex-alcalde del Valle rechazara el proyecto “Marina de Sevilla”, este puede ser de lo más emblemático y traer lo que aquel no pudo dejar. Sería mejor ambos, porque encima se complementarían. Pero aquel puerto deportivo se esfumó entre el humo de la demagogia. Ahora tenemos a la vista otro proyecto de gran calado, complementario con el Acuario al que puede insuflar energía: que todos colaboren. En el tramo objeto del proyecto no hay marismas ni puede afectar directa ni indirectamente a ninguna cercana. Que ningún ecologista-de-salón, que ningún envidioso movido por intereses ajenos, se conchave para privar a la ciudad, también, de esta posibilidad de desarrollo económico.

Después de décadas dándole la espalda al río, Sevilla Park Arena es, también, volverle de nuevo la cara; integrarlo en la vida de la ciudad. El Río Grande. Nuestro Gran Rey, como lo llamó Góngora. Este río, el Río, hizo a Sevilla. Modeló Andalucía. Le ha dado vida, al país y a la ciudad. Ha continuado siendo centro y guía, y no la ha abandonado, pese a cuantos consistorios lo marginaron. Nuestro “Gran Rey” debe recuperar su papel de motor estético, vital, económico de Sevilla. Por eso es tan importante mantener el puerto, un puerto ágil, moderno, capaz de traer hasta Sevilla negocios industriales, financieros y turísticos. Sin dañar su entorno, por supuesto. Pero sin que el presunto daño a las riberas sirva de pretexto para negar a esta ciudad el pan y la sal, como se viene haciendo.

No es lo único, Sevilla no puede, no debe vivir sólo del río. Ni sólo del turismo. Ni sólo de una sola actividad. Es la combinación, lo que da vida a una ciudad y a un país. Por eso, porque son varias, no es de recibo rechazar ninguna. Y, por mucho “progresismo” que pretendan aparentar quienes rechazan una forma de activación económica, son lo más regresivo y reaccionario imaginable. Más -todo hay que decirlo- al buscar el perjuicio de una ciudad (en este caso Sevilla) para ganarse simpatías en otra ú otras.

Ni ético, ni razonable, ni humano. Ni siquiera político, que en política al final todo, o casi todo, queda a la vista y deja a sus protagonistas en ridículo. La verdad es que, pese a sus mimos y favoritismos, no han conseguido recuperar la credibilidad perdida en otro lugar, porque el camino no es perjudicar a unos para (supuestamente) contentar a otros. Es aprovechar sinergias, para que el beneficio a una zona suponga beneficios, también, para otras.

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