El jardín de Bomarzo

El poder de la palabra

Lo habitual es que en un pacto de gobierno el partido grande termine devorando al pequeño, la historia reciente está llena de situaciones que confirman el hecho. No obstante, el pacto que mantienen PSOE e IU en la Junta irradia sensaciones diferentes

“El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo”.
Gabriel García Márquez.

A caballo entre el recién atravesado vía crucis penitencial y el vámonos a la feria cariño mío, porque así es de estupenda nuestra tierra, la vida política no cesa en ese permanente empeño por quedarse todo el interés ciudadano. De la semana me quedo con el miércoles por dos razones: cónclave de IU en el Fórum Europa para presenciar conferencia de Antonio Maíllo, coordinador en Andalucía e imagen y verbo de la renovación de esta formación y que se presentaba en público tras la crisis en la corrala Utopía y el nuevo escándalo en Empleo sobre formación; además, Día Internacional del Libro, esa cosa antigua y, a la vez, tan moderna que sigue representando la magia de nuestro tiempo.

Díaz & Maíllo. Lo habitual es que en un pacto de gobierno el partido grande termine devorando al pequeño, la historia reciente está llena de situaciones que confirman el hecho. El hambre y el ansia por tocar poder puede convertir al pequeño en débil, hacerle presa fácil para su corpulento socio que, paciente, termina engulléndole. No obstante, el pacto que mantienen PSOE e IU en la Junta irradia sensaciones diferentes, de hecho ese bastón necesario que siempre fue IU parece ambicionar convertirse en pierna y, desde ahí, hacerse cuerpo: en todas las encuestas sube y lo hace por marca e independientemente de candidatos, no necesita escaparate para vender gestión, tiene facilidad de cintura para estar en el gobierno y en la pancarta, no es objetivo de crítica política para ningún otro partido, en Andalucía está cohesionado y con una imagen renovada, no sufre de la erosión de estar gobernando como lo hacen los otros dos, le favorece el hecho de que el voto en las crisis busca extremos, se proclama hoy auténtico abanderado de los valores de la izquierda, le basta con ignorar al PSOE en su discurso y arremeter contra el PP porque ahí sabe que no cultiva votos y, mientras, de soslayo, recoge todo el desencanto de su socio que, ya lo sospechaba, se da cuenta que el verdadero problema lo tiene dentro, como quien alimenta a una solitaria. Además, y digan lo que digan quien lo quiera decir, le gana públicamente batallas como la sucedida en torno a la corrala Utopía, tan, desde mi punto de vista, mal resuelta por el PSOE y lo hace trasladando a la ciudadanía el mensaje de que ha sido IU quien solventó el problema. Y en la federación de izquierdas la mayoría, sonriendo, recuerda estos días el chiste del loro: expulsado del avión en pleno vuelo junto a un pasajero le recuerda a éste que muchos testículos echó dentro como para no tener alas.
Otro mensaje: en plena polvareda la presidenta de la Junta, arremangada, gesto habitual en ella cuando se lanza, anunció una investigación sobre la gestión realizada por IU en Vivienda, a lo que su socio le respondió que más le valía extenderla a Empleo y relativa a las ayudas en formación porque ahí había “tela”. Y la hay. Tres días después salta este escándalo desde Málaga, que algunos sitúan, nada menos, que en dos mil millones de euros. Me parece una barbaridad, pero en todo caso lo que ha sucedido en Andalucía en los últimos años en torno a Junta, sindicatos, empresas privadas y cursos de formación es de proporciones abismales, de una magnitud que seguramente nunca conoceremos y de un cinismo político descomunal. Millones de fondos europeos destinados a la formación de empleo para una comunidad que hoy, por encima del 36 por ciento de desempleo, lidera el paro en Europa. Qué contradicción. Qué irresponsabilidad.
Remato la idea: IU está muy cómoda en la situación actual, no necesita adelanto electoral y le va a dejar la decisión y la consecuente explicación, de darse el caso, a Susana Díaz, que consigo misma y su cuerpo de asesores, Máximo Díaz Cano a la cabeza, se debate en torno a movimientos próximos. Además, Antonio Maíllo y Susana Díaz, por muchas y variadas razones, no comulgan para nada –vamos, que no se tragan-, dos mundos opuestos y, esto, sin tener por qué ser definitivo, no ayuda. Y como no hay fluidez de teléfono entre ambos para resolver un conflicto, en medio han situado a Juan Cornejo, secretario del organización del PSOE-A, que en todo este proceso está ocupando un papel importante y de hecho fue al único representante que el partido mandó a la conferencia de Maíllo a pesar de que inicialmente estaba prevista la asistencia del consejero de Presidencia, Manuel Jiménez Barrios.

Autónomos. Si el banco te devuelve el recibo de autónomo por la razón que sea, la Seguridad Social no te avisa de la deuda y en cuatro o cinco meses, como un reloj suizo, te embarga la nómina y te penalizada con un recargo de nada menos que el veinte por ciento. En un recibo de 261 euros te pasan 313 y, de regalo, una pegatina para la frente que dice: sé fuerte, el país necesita más autónomos como tú. Con lo de las multas está tan perfeccionado el sistema que solo resta que el navegador del coche te expanda el recibo de pronto pago en cuanto te pasas dos kilómetros la velocidad permitida. Entonces: ¿Sería posible que estos interesantes y perfectos sistemas de control fuesen válidos para esa administración que durante años ha hecho lo que le ha venido en gana y que hoy trata al ciudadano como a un borrego aprobando leyes de transparencia que en el mejor de los casos entrarán en vigor dentro de uno o dos años?

Macondo. En una de estas colecciones que arrancan tras el verano sobre novelas extraordinarias y que, para atrapar al lector, comienzan con títulos muy conocidos a bajo precio descubrí Macondo. Cien años de soledad y El viejo y el mar por algo más de doscientas pesetas –de esto ya hace, se nota…-. No seré yo quien añada nada nuevo a todo lo dicho sobre el genial escritor colombiano, del que tras recorrer Macondo lo tuve que leer todo fruto de la necesidad compulsiva que me entra cuando me atrapa uno de estos con verbo suelto y adjetivo fácil, seres capaces de dibujar mundos alternativos y alimentar sueños solo con el poder de la palabra. Cuando lees algo tan notorio, lo normal es que te pases el resto de la vida buscando repetir la experiencia, atrapado. Si estos días leo a Pérez Reverte, Almudena Grandes o a González Ledesma es, entre otras razones, por aquellas pesetas tan bien invertidas que fomentaron en mí este hábito tan aconsejable como es leer, muy sano. Y es que, cansado, agotado ante tanto improperio general, a uno le queda poco más que refugiarse en mundos ilustrados por gente que, como Márquez y otros, han mostrado con la noble unión de las letras un muy buen sendero evolutivo para la especie.

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