Lo que queda del día

¿Me lo dices o me lo cuentas?

En Jerez nos cuentan las cosas pero no nos las explican. Si actualmente hay 7.183 abonados al agua con dificultades de pago, ¿cómo es que el Consistorio sólo ha registrado 1.700 peticiones de ayuda en 2013?

El pasado lunes, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, concedió una entrevista en directo en televisión. Dicen que congregó ante la pequeña pantalla a un millón de españoles menos que en la anterior ocasión. Yo estaba entre ese millón de españoles. Tenía mejores cosas que hacer. Entre ellas, ver Shame, a cuyo final, por cierto, te asaltan las mismas dudas que hubiera encontrado ante la entrevista con el presidente: ¿hasta qué extremo somos capaces de llegar para satisfacer nuestras propias necesidades? ¿cuántas de nuestras decisiones responden a mecanismos incontrolables? ¿por qué cuesta tanto reconocer los errores propios a sabiendas de que los cometemos y por qué somos incapaces de corregirlos?

El protagonista de Shame no es ningún político, apenas posee amistades y las consecuencias de sus actos ni siquiera son percibidas entre sus más allegados, pero cada mañana se despierta sometido por un implacable sentido de la vergüenza. No digo yo que el presidente tenga que avergonzarse de las decisiones que debe tomar cada día  -habrá muchos que me digan que sí, allá él con su propia conciencia-, pero a tenor de la realidad en la que estamos casi todos  más o menos instalados, me cuesta creer que cada mañana, entre que apaga el despertador y sale de la ducha, sea ajeno al hecho de que después de tantas reformas, tantas promesas rotas y demasiados experimentos, apenas ha acertado en resolverle la vida a varios cientos de miles de españoles necesitados de un empleo, por mucho que interprete los datos de la EPA como le dé la gana -si quiere, en este número le interpretamos los de la provincia de Cádiz, que esos sí que son como para avergonzarse-.

Cuatro días más tarde, el viernes, necesitado de un nuevo momento de evasión, dediqué tres horas de la tarde a que Martin Scorsese me ilustrara acerca del nuevo perfil de gángster incorporado a su ilustre baraja cinematográfica, asociado en este caso al capitalismo más virulento. Al llegar a casa me encuentro con las imágenes de Miguel Blesa increpado por un grupo de preferentistas y no puedo evitar imaginar a los miles de norteamericanos estafados por Jordan Belfort que hubieran deseado hacer lo propio con el multiadicto broker de Wall Street, sobre todo aquéllos que nunca llegaron a recuperar su dinero; aunque lo más inquietante de la película no sea que te cuente todos los detalles acerca de la insultante y despreciable forma empleada para terminar podrido de dinero, sino el plano final: todo un salón de actos plagado de gente de clase media baja, con apariencia de pardillos, a los que está a punto de explicarles las claves para hacerse ricos. Gana el mismo, pierden los de siempre. Por mucho que nos lo cuenten, no terminamos de aprender la lección.

Puede que la cuestión resida en cómo nos cuentan las cosas, en cómo nos las explican. De un tiempo a esta parte entiendo que está sucediendo algo parecido en Jerez. Nos cuentan las cosas pero no nos las explican, o por lo menos no acabamos de entenderlas. Será cuestión de insistir.

Ocurre con la política de personal del Ayuntamiento, cuyo punto de partida era lo más fácil de entender y compartir, pero cuyo recorrido parece plagado de infracciones, por mucho que nos cuenten que van por el buen camino; y lo peor es que al final serán los jueces los que tengan que explicarlo. Ha ocurrido con el tema de Sementales, donde en vez de explicar se recurrió a un silencio incómodo, de ascensor; y esta semana -aunque esto ya es cosa mía- con la promoción en Fitur de la Vuelta -¿no será la Vuelta la que tenga que promocionar a Jerez, y no al revés?: seguro que tiene una explicación, pero a bote pronto no me cuadra-.

Y ha vuelto a ocurrir con el tema de los cortes de agua por impagos. Si actualmente hay 7.183 contratos de suministro con dificultades de cobro, y el Ayuntamiento sólo ha registrado 1.700 solicitudes de ayuda en 2013, es que algo no funciona; en este caso, o no se cuenta o explica lo suficiente, o el mensaje no llega donde tiene que llegar, independientemente del circo político que se ha levantado en dos días, como si Ajemsa no le hubiera cortado el agua a un solo jerezano en su vida. ¿Me lo dices, o me lo cuentas?, me apunta mi vecino.

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