A partir de este mes de mayo el Espacio Santa Clara acogerá la exposición “Santas de Zurbarán: Devoción y Persuasión”, una muestra en la que el ICAS ha puesto toda la carne en el asador de la cultura, con un astronómico presupuesto cofinanciado con el BBVA. Mucho más de lo que se pide, aunque también una estupenda oportunidad para atraer a visitantes foráneos que se mueven por el interés de la pintura y el arte en general.
La exposición viene acompañada de otras actividades paralelas, como la danza de Eva Yerbabuena y la música antigua española, interpretada por la Orquesta Barroca de Sevilla, así como diseñadores de prestigio internacional, que confeccionarán trajes basados en la obra pictórica. Bailaoras y bailaores profesionales lucirán los diseños realizados por los modistos participantes, en un espacio único de riqueza patrimonial incalculable.
A raiz de la participación de estos profesionales de la moda, insisto todos de talla internacional, nuestro Petro Valverde ha remitido al alcalde de la ciudad una carta pública en la que se lamenta de la escasísima participación de creadores de nuestra tierra, algo que tampoco llego a entender muy bien. Valverde se congratula de la muestra, aunque le matiza a Zoido que “defiendas y promuevas los intereses de los sevillanos”, ya que nuestra única representación pasa por los modistos Vitorio y Lucchino, que por cierto no están en su mejor momento empresarial.
Me uno desde aquí al deseo y las cuitas de Petro Valverde. Los conozco y sé que firmas como la de Carmen del Marco, Manolo Giraldo, Miguel Reyes, Rosa Cuervas o Ángeles Verano, sin olvidar a los clásicos O´Kean o al Maestro Ávila, podían haber contribuido en esta exposición, sin desmerecer ni un ápice la participación de los grandes de la moda.
Ahora que este gremio no pasa por sus mejores momentos por la crisis que nos asola, su participación en un evento de este tipo hubiera sido un soplo de aire fresco a sus talleres; un “algo” de publicidad relativamente gratuita y más que merecida, porque también llevan el nombre de la ciudad allí a donde van; y un poco más de calor a sus negocios, que forman parte del tejido empresarial de esta ciudad.
Por eso, alcalde, mire aquí a su lado la próxima vez que a los suyos se les ocurra algo parecido. Por el bien de la ciudad a la que tanto dice que quiere. Y por el bien de los ciudadanos, a los que debe no solo su trabajo de cada día, sino ese sillón de cuatro años.
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