Paradojas del destino, mientras tanto, uno de los que más hizo por agrandar la leyenda del Augusta de Europa, Severiano Ballesteros, el capitán del equipo de la Ryder que se paseó por sus calles, se aferra a la vida. En estado trave tras serle diagnosticado un tumor cerebral, trata de sortear los obstáculos con la misma magia que lo hizo hierro en mano por medio planeta. Y enfrente Alvarito Quirós -que hace tiempo dejó de ser Alvarito para ser don Álvaro- se prepara para su primera gran cita. Es mucho más que un relevo generacional. Es una radiografía de la vida misma. Sólo que en la vida los que se marchan se van para siempre y en el golf Ballesteros será siempre Ballesteros, para la eternidad.
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