Se acuerdan de sus castas

Voy a romper una lanza por Loaiza. Por José Loaiza, alcalde de San Fernando y desde el viernes PPLoaiza.

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Voy a romper una lanza por Loaiza. Por José Loaiza, alcalde de San Fernando y desde el viernes PPLoaiza de nuevo, que es candidato oficial con todas las bendiciones del partido, incluido el presidente regional, que es el que manda más de Despeñaperros para abajo.

Pero voy a romper una lanza por Loaiza lo mismo que la rompería por cualquier alcalde, sea de derecha o de izquierda, de delante, de detrás un dos tres. Voy a romperla porque es de justicia destacar la labor que han tenido que hacer los alcaldes españoles, al menos los alcaldes españoles responsables, para salir adelante en estos cuatro años de crisis, de penuria.

No voy a hablar de que ellos no han sufrido la crisis porque han cobrado todos los meses y no cobran mal, aunque posiblemente cualquier profesional de otro ramo cobre más y tenga los fines de semana libres. No. Es verdad que ellos no han sufrido la crisis porque han cobrado todos los meses, que sacrificados serán, pero tontos, no.

Voy a hablar de que en realidad sí han sufrido la crisis, la de los demás, si se quiere, pero la han sufrido porque sería imposible pensar que Loiza, en este caso, o el alcalde comunista de El Coronil, ha pasado todo este tiempo sin sentir en sus carnes no poder ayudar a todos los que han pasado por el Ayuntamiento, no poder gastar más en servicios sociales, no poder poner las bases de un desarrollo futuro porque el desarrollismo de un día para otro ya pasó a la historia.

Los alcaldes, al contrario que los parlamentarios, los presidentes de autonomías o del gobierno central, los mandamases que hay a miles por España entre electos y señalados con el dedo, directores generales y demás fauna política, tienen la desventaja de vivir a pie de calle, salen a la calle como un ciudadano más, conocen a sus vecinos y sus problemas y quieran o no, aun en el caso del más duro de corazón, van haciendo suyas las necesidades de la gente. Puede que porque la necesidades de la gente sean el reflejo del fracado de la política, que es a lo que ellos se dedican y eso duele, pero lo sienten. De forma honrada o espuria, pero lo sienten. A poco que estén vivos.

No ha habido una etapa peor para ser alcalde que la que estamos pasando en la actualidad, con las arcas municipales vacías, con  más trampas que una película de chinos, con las manos atadas por lo que se debe pagar y sin poder hacer lo que se debe hacer.

Han sufrido y lo siguen sufriendo, con el agravante de que ahora, cuando se presenten otra vez y tengan que dar cuenta de lo que han hecho, tengan que explicar que han estado pagando las trampas de los demás, algo intangible que la gente se va a creer o no.

Y dirán ustedes. Han sufrido y sufren, pero han cobrado y cobran. Vale. Pero no sé si merece la pena. Debe merecerlo porque no hay quien los eche. Pero no seré yo el que cambie mi trabajo de escribidor por el de político. Entre otras cosas porque además de todo lo dicho, hasta se acuerdan de sus castas.  Como de las de los árbitros.

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