Patio de monipodio

Reforma o respeto

Entusiastas defensores del gigantismo fálico en Puerto Triana, plantean “heroica” resistencia a la integridad de nuestro Patrimonio, disparando insultos e invectivas a los partidarios del respeto a la historia y monumentalidad de Sevilla...

Entusiastas defensores del gigantismo fálico en Puerto Triana, plantean “heroica” resistencia a la integridad de nuestro Patrimonio, disparando insultos e invectivas a los partidarios del respeto a la historia y monumentalidad de Sevilla. Para los interesados en convertir Sevilla en una ciudad adocenada, sin personalidad, sin valor artístico, en pro de una supuesta “modernización” que nada aporta, todo defensor de su integridad física y estética, es “carcamal”, “maledicente”, “dogmático”, “soberbio”. Y anticuado. Como si el valor estuviera en la fecha de producción o construcción, y no en el arte. Por tan deleznable regla, la Giralda, o la obra de Velázquez, merecerían ser destruidas por “antiguallas”. Y la torre Pelli, aunque les pese, pues los rascacielos superaron hace tiempo los doscientos años.

Lo peor es cuando, además de insultar, se miente, tanto directamente, como por exageración y medias verdades, la peor de las mentiras; pues sumados califican muy negativamente la calidad personal de quien comete la doble falta. Estudios independientes, arquitectos y arqueólogos de prestigio, sostienen que los trescientos micropilares sobre los que se piensa sostener la planta alta de nueva construcción, son inamovibles. Eternos. Es absoluta, lamentable y dramáticamente falso que la obra sea “reversible”.

Retirarlos, para devolver al edificio su actual configuración, precisaría un vaciado inferior, imposible, porque todo edificio descansa sobre su base. Ninguno se sostiene sin cimientos. Detalle en el que “a lo mejor” no han caído estos defensores de la “modernidad” a costa del estilo; de disfrazar la armonía constructiva con añadidos de escayola y metacrilato.

La integridad urbana y arquitectónica de una ciudad es su personalidad. Y su historia. Y sirve para aprender. Y, en el caso de ciudades históricas, como las andaluzas, es un activo importantísimo por el interés que despiertan en el mundo. No se ven turistas preguntando por los “hongos” de la Encarnación.

No se ha convertido en un “nuevo icono”, como pretendían sus valedores. Se ha quedado en Centro Comercial en pleno centro, al que se acude como a cualquier otro. Con la desventaja del pésimo diseño del Mercado, carente de puertas por dónde acceder -como denuncia continuamente Paco “el carnicero”, uno de los damnificados por la carencia-, fruto también de la equívoca realización del proyecto. Tan equívoca como la destrucción de restos, perdidos para siempre, para empobrecer el patrimonio cultural andaluz, para ocultar parte de nuestra historia y para disminuir el interés -y con él la afluencia- turística y de congresos.

Puede que para unos lo más importante sea poner su nombre en una pared lisa y para otros la transformación de la ciudad y la pérdida de su personalidad, por su “pasión” en rebajarla a mera píldora pseudo-neoyorquina. Para los intereses de Sevilla, para su rica historia, para su Patrimonio cultural histórico y económico, es necesario respetar su estructura. No se pide volver a la configuración del XIII, sólo el malintencionado habla de demoler Hacienda y el Hospital de la Caridad. Pero más reformas será más destrucción.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN