Notas de un lector

Historia lírica de España

-“¿Qué es la Historia”?-, se preguntaba hace ya muchos años Napoleón; para responderse después: -“Una sencilla fábula que todos hemos aceptado”-. Y si bien el término “sencilla” pudiera sustituirse por el de “compleja” -sin que la sentencia perdiera validez-, no cabe duda de que el paso de los años sirve para amoldar y acomodar muchos de los sucesos más felices o desdichados al sentir general.
En muchos casos, la historia se repite, y sus lecciones no se aprovechan -¿cuántas guerras habidas y por haber?-, pero, en otros, sí que ha habido, por fortuna, un certero aprendizaje de lo acontecido.


Reflexiones estas que vienen al hilo de la lectura de “Luz sobre la Historia” (Madrid, 2011), un apasionante periplo por el devenir de España, cuyo autor, Márcio Catunda, ha elaborado en verso y a conciencia. Este escritor y diplomático brasileño, viajero incansable y amante de la poesía, ejerce en la actualidad como Consejero de Prensa de la Embajada de Brasil en España. Y desde el Madrid latidor y cómplice del que confiesa haberse enamorado, ha llevado a cabo una espléndida labor, resuelta en este ameno volumen que abarca desde los Tartessos hasta nuestro actual Gobierno.
“Nos ofrece nuestra historia desde dentro y desde fuera, y crea un tipo muy singular de poema (…) a la par narrativo y sensitivo”, anota Luis Antonio de Villena en su prefacio. A través de sus poemas, el lector tiene ante sí el itinerario moral, económico, social, político… de un país que Márcio Catunda nos hace sentir y vivir pleno de autenticidad. Los títulos de sus textos son esclarecedores: “Numancia, heroico solar”, “Vinieron los Sarracenos”, “El primer Califa”, “La Cruzada de las Navas”, “Alfonso XI el `Justiciero´”, “La desventura de Doña Juana”…; y así, van sucediéndose los capítulos y protagonistas de nuestros pasados siglos, hilvanados con astucia y sabiduría por el escritor brasileiro.

Como es lógico, el alma poética de Márcio Catunda no podía sino detenerse en los altos vuelos de la lírica española; y por ello, se deja ganar con gusto por Garcilaso, “trovador de ninfas y cortesanas, maestro de la pluma y de la espada”; por Lope de Vega, quien “entre farándula y juegos de escarnio/ ejercita, en tempestuosos amoríos,/ la trama argumental de las pasiones”, por Góngora, “el cisne del Betis”, o por Quevedo, quien también tuviera “que segar cuellos de corsarios,/ cuando vaciló su suerte”.

La Historia “testigo del pasado, ejemplo y aviso de lo presente y advertencia de lo por venir”, como la calificara Miguel de Cervantes, tiene en este sugeridor relato de Márcio Catunda un importantísimo valor didáctico. Pues, como bien afirma en su epílogo Luis Alberto de Cuenca -miembro de la Real Academia de la Historia-, la apabullante erudición que preside esta obra debería ser lectura obligada para nuestros colegiales, lo cual les permitiría tener una “idea clara y suficiente de la historia de su país”.
Quien esto escribe, también se atreve a afirmar, que no sólo los “colegiales” deberían leer y releer estas páginas, sino que lectores de cualquier edad deberían asimismo asomar su mirada hasta este libro. Y descubrir en él, cuánto fuimos, somos y seremos en un mañana muy próximo.


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