Familia

Tengo que empezar por pedir pedón por un artículo que es puramente personal y que seguramente no interese a nadie, pero hoy no me sale pensar en otra cosa que no sea en la familia y sólo puedo escribir algo como esto...

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Tengo que empezar por pedir pedón por un artículo que es puramente personal y que seguramente no interese a nadie, pero hoy no me sale pensar en otra cosa que no sea en la familia y sólo puedo escribir algo como esto.

Me reincorporo al trabajo tras un fin de semana en que ha fallecido mi madre, a la que Dios ha querido llevarse para evitarle el enorme sufrimiento de esa terrible enfermedad que es el alzheimer,  que había ido comiéndose su mente para ya no querer siquiera alimentarse y no reconocer nada  ni a nadie. La Virgen, en quien tanto confiaba y creía, le habrá echado una mano para reunirse con mi padre en el cielo.

Ella nunca pudo superar la muerte de su marido. Desde entonces entró en una depresión de la que no ha podido salir, hasta terminar padeciendo esa enfermedad verdaderamente horrible. Mis padres vivieron para sus hijos, nos dieron una vida plena. Cuando vivíamos plácidamente en Badajoz con un puesto de funcionario ganado por oposición y un reluciente despacho de abogado que aportaba importantísimos ingresos extra, decidieron arriesgar para pelear por una incipiente UCD, marchándonos  a Canarias y desde ahí peleando por una democracia que pronto llegaría a España.

En una casa donde mi abuelo paterno fue encarcelado por ideas de izquierdas y mi abuelo materno, de ideas absolutamente distintas, fue la persona más querida y respetada que he conocido. Y donde nunca se vivió el más mínimo rencor o el más mínimo reproche por esa diferencia de origen.

Por eso, me gustaría reflexionar sobre la importancia de la familia, que ellos nos inculcaron, desde su profunda creencia católica, pero que debe ser la misma desde cualquier otra. Es increíble vivir en un mundo donde las niñas siguen secuestradas en Nigeria, donde los niños son masacrados en esas guerras de Israel y Palestina o en esos ataques terroristas que se producen sin que podamos pararlos.

Pero quizás eso solo podamos superarlo volviendo a la importancia de la familia y de ese núcleo que debe conformar la sociedad y que debe conseguir que vayamos a un mundo mejor. En fin, pidiendo otra vez disculpas, y desde la dicha de disfrutar de una familia fabulosa, hoy sólo puedo añadir: descansa en paz, mamá.

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