El cáncer afecta a tanta gente que es la enfermedad que más nos preocupa. Noventa mujeres al día son diagnosticadas de cáncer de mama en España.Veinticinco mil nuevos casos de próstata al año. Las cifras son escalofriantes sin contar los de colón, pulmón, piel, etc.
Cuando una persona vuelve a casa con ese diagnóstico, toda una comunidad se ve afectada, la pareja, los padres, los hijos, los hermanos, los hijos, lo que hace extraño que actualmente haya personas ajenas al cáncer. Además ahora se habla de ello, lo que lo hace menos terrible, no es un tema tabú como lo era antes.
Antes era algo que se vivía en silencio, la paciente llegaba con un bulto, se desnudaba con timidez y esperaba la sentencia del médico. Luego se marchaba a casa como si tuviera vergüenza y le daba vueltas a la cabeza a la cabeza mientras esperaba el resultado de las pruebas o directamente la operación. Lo principal era ponerse con la casa, dejarla limpia como los chorros del oro, porque no podía haber peor legado que morirse y dejar la vivienda sucia. Como si la casa fuese la que fuera a hablar por ella.
A los hijos por supuesto no se les decía nada, sólo al marido que como cabeza de familia debía estar al tanto de cuanto ocurriera. Se le contaba en un momento de soledad del matrimonio, en voz baja, sin dejar liberar las emociones.
En el caso de que lo padeciera él, también se sentía culpable de dejar a la familia desamparada y luchaba sólo con su mujer por testigo.
Ahora los niños saben que mamá o papá tienen cáncer,que es una enfermedad grave pero que se cura y les animan en su lucha. Nadie se siente culpable de padecerlo, ni de que se sepa y atiende por encima de todo su curación.
Muchas cosas han cambiado pero persiste la pena de que si no se consigue vencerlo, tus hijos, tu pareja, tus padres te perderán y tendrán que afrontar la vida sin ti.
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