La Academia de Baeza acogió a las primeras 198 componentes femeninas que iban a pasar a formar parte del Cuerpo de la Guardia Civil, el 1 de septiembre de 1988 y en el mes de junio del año siguinte, tras finalizar su formación, se integraron en sus respectivos puestos de trabajo.
Según ha informado la Guardia Civil en un comunicado, algunas de las mujeres de aquella primera promoción tuvieron que superar sus propios miedos por el hecho de ser pioneras, mientras otras tuvieron que vencer la oposición de sus familiares y, todas ellas, competir con las otras 2.497 mujeres que se presentaron a las pruebas selectivas para incorporarse a la Institución.
Después de 25 años, son 5.107 mujeres las que se reparten entre las escalas que conforman el Cuerpo y se encuentran perfectamente formadas, adaptadas e integradas para afrontar las vicisitudes que requiere un Cuerpo que compagina sus funciones policiales con su formación militar, ostentando ocho de ellas el empleo de comandante, siendo las de mayor graduación hasta el momento.
Hoy en día, las mujeres guardias civiles representan cerca del 3 por ciento de la escala de oficiales de la Guardia Civil, un 2 por ciento de la escala de suboficiales y el 7'60 por ciento de la escala de cabos y guardias.
Asimismo, la mayoría de ellas desempeñan labores relacionadas con la seguridad ciudadana, más de 750 se dedican a la investigación, 175 están destinadas en unidades de Tráfico, 145 en Intervenciones de Armas, 26 están en el Servicio de Protección de la Naturaleza, 3 de ellas realizan intervenciones y rescates en montaña, 15 trabajan en el Servicio Aéreo del Cuerpo, 23 prestan servicio en los Grupos de Reserva y Seguridad, unas 290 desempeñan funciones en materia fiscal y de fronteras, 48 están destinadas en centros de enseñanza de la Guardia Civil, 7 están destinadas en el extranjero y 763 están en puestos de mando y de gestión.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Según ha concretado la Guardia Civil, en 1948 aparecen los primeros uniformes femeninos, sin divisas ni armamento, para mujeres que llevaban a cabo tareas que no podían hacer los hombres, como registros corporales a otras mujeres.
Así, estas mujeres fueron denominadas matronas y, por lo general, eran viudas o huérfanas del Cuerpo que auxiliaban en puestos fronterizos y aduaneros, como puertos y aeropuertos.
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