Sevillaland

Show

Cuando la Expo 92 finalizó, hízose el silencio. Tras las sentidas palabras de Juan Carlos I desde la cotizada terraza del pabellón de España, Sevilla quedó...

Publicado: 02/06/2019 ·
22:36
· Actualizado: 02/06/2019 · 22:36
Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai
Autor

Jorge Molina

Jorge Molina es periodista, escritor y guionista. Dirige el programa de radio sobre fútbol y cultura Pase de Página

Sevillaland

Una mirada a la fuerza sarcástica sobre lo que cualquier día ofrece Sevilla en las calles, es decir, en su alma

VISITAR BLOG

Cuando la Expo 92 finalizó, hízose el silencio. Tras las sentidas palabras de Juan Carlos I desde la cotizada terraza del pabellón de España, Sevilla quedó en calma. Tan fue así, que después del magno evento de las 215 hectáreas el hito más internacional vivido en Sevilla se demoró durante 3 años: la boda de la infanta Elena.

Ese era el ritmo en el que quedó Sevilla, hasta transmutarse en algún momento que ya fijarán los imaginativos cronistas locales en la Sevillaland que ahora disfrutamos. Porque la ciudad es una gozosa fiesta.

No existe trimestre sin que no se pose sobre nuestro callejero algo internacional, mundial, global o -dicen que es lo que toca- papal (es decir, de escala sideral, pues esta autoridad tiene jurisdicción sobre todo lo visible).

No tengo respuesta a ninguna de las preguntas clave que surgen a colación de los acontecimientos narrados. Sobre todo a las cuestiones básicas, a saber: ¿Estamos ante una pujante nueva etapa, o dentro de un festival de luz y color que impide ver el escalón en el que tropezaremos? ¿Todo esto es lo que denominan ahora “burbuja”, y deja a las clases medias y bajas jugando la promoción de descenso? ¿Vivimos un nuevo Renacimiento que devuelve a Sevillaland al trono que perdió cuando llevaron a Cádiz la Casa de la Contratación?

Quizás lo mejor sea la técnica del carpe diem, disfrutar de Sevillaland, de sus ríos de gentes con maletín de congreso o con gorra de visera de paseo por el centro mirando el móvil para no perderse nada, empezando por ellos mismos; de su variedad gastronómica, musical y étnica. Si hasta las fechas parecen sucederse con el fin de que no pare la fiesta. De Murillo a Elcano, y la que quedan con otros paisanos: Adriano, Machado y Velázquez.

Intento imaginar el futuro para rematar esta columna pero no veo nada. Quizás Sevilla no tenga otro destino que ser una Florencia sureña, que todos ustedes conocerán porque es imposible encontrar a alguien que no la haya visitado.
Ciudad vencida pero feliz porque todos los meses llega la nómina de turistas. O puede ir rumbo hacia una suerte de San Sebastián II (calurosa, eso sí) con ese turismo de paso quedo y guías sin una banderita levantada.

Ni idea. Mientras que el tiempo que todo lo fija actúa, disfrutemos de la sucesión de militares desfiles, Vírgenes coronadas, Obamas disertadores, raperos yankees premiados, finales de fútbol, y galas varias con premio. Es mi querida Sevillaland; es la ciudad que sólo se calma cuando llueve mucho.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN