La Tribuna de Nertis

La Cruz del Miércoles Santo

Hoy, Miércoles Santo, dedicamos nuestra reflexión a la Semana Santa. Las hermandades, cofradías en la calle, se agrupan por días con muy desigual criterio

Publicado: 16/04/2019 ·
22:54
· Actualizado: 16/04/2019 · 22:54
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Hoy, Miércoles Santo, dedicamos nuestra reflexión a la Semana Santa. Las hermandades, cofradías en la calle, se agrupan por días con muy desigual criterio. La secuencia procesional no se guía por la de los hitos por los que transcurrió la Pasión, sino por otras variadas razones, como la antigüedad de las corporaciones, cambios de día de algunas o acomodo de las que se van incorporando incesantemente, al punto que se produce un verdadero colapso por el extraordinario número de nazarenos que en ellas participan.

Pero si hay algún día que presente una uniforme singularidad propia es, sin duda, el Miércoles Santo, pues de las nueve cofradías que salen a la calle, seis de ellas están presididas, en su primer paso, por una imagen de Cristo crucccificado. Puede decirse, sin duda, que es el día de los crucificados en una catequesis  itinerante de trágicas expresiones, significado e historia.

Así, el Santísimo Cristo de la Sed, que encarna el momento en que Jesús exhala su última palabra. En tiempos pretéritos, la cofradía se acercaba a la vieja prisión de La Ranilla a visitar a los que allí permanecían privados de libertad.

El Cristo de la Salud es la figura venerada en el deprimido barrio de San Bernardo, que revive cada Miércoles Santo la gloria de otro tiempo. Es identificada popularmente como la de los toreros, por la vinculación de algunos diestros de épocas pasadas, como los hermanos Pepe Luis y Manolo Vázquez. Un modelo de equilibrio estético que nos lleva en su contemplación a tiempos pasados.

El Santísimo Cristo del Buen Fin, que suele atribuirse a Juan de Mesa, es el titular de la Hermandad de los antiguos curtidores y que se caracteriza por la gran labor social que despliega  en su Centro de Estimulación Precoz.

El Cristo de Burgos parece transportarnos a tierras de Castilla la Vieja. Su austeridad, el abandono de su semblante yerto, el rigor de su canastilla de madera, que en determinados momentos, al arriarlo siempre a pulso, produce un sonido crijiente estremecedor, transmite una impresión de respetuoso silencio.

La Hermandad de la Sagrada Lanzada escenifica el momento en que Longinos atraviesa el costado del Señor. Una hermandad que ha sufrido numerosos traslados en su azarosa existencia hasta asentarse en la iglesia de San Martín. La Virgen del Buen Fin, que le compaña, lo hace en uno de los palios mayores de Sevilla y presenta unas cartelas con pasajes de la Pasión, que sostienen figuras angélicas debidas a Ortega Bru y un palio de extraordinaria originalidad.

Por fin, el Cristo de las Siete Palabras, Hermandad que data del siglo XVI. Su  plateada canastilla barroca resalta el grrupo escultórico que, con la Virgen de los Remedios, San Juan y las tres Marías, destaca tan imponente figura del Cristo agonizante.

Junto a ellas, desfilan la nueva Hermandad del Carmen Doloroso, que abre el día, los dos pasos maravillosos de la del Baratillo, vecina de la plaza de toros y la de los Panaderos, que representa en imponente paso de misterio el momento del prendimienro de Cristo, cerrando la noche con la Santísima Virgen de Regla y su singular candelería, simulando la Cruz de San Andrés.

Un día cristológico ciertamente, propicio a la reflexión sobre la Muerte del Divino Salvador.

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