Palabras en Libertad

Castigo para el asesino de Diana Quer

Dicen que la prisión permanente revisable no debe figurar en el Código Penal. Me mojo: yo creo que sí

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El crimen de Diana Quer – hagamos abstracción del papel de algunos medios – reúne las características de un brutal ataque depredador sobre una víctima indefensa.  Reúne también las características de un sujeto que infravalora a la mujer, considera que es objeto de su uso y se siente con derecho a someterla a su capricho hasta la muerte. Digamos que es el perfil criminal de un machista en el sentido más abominable del término.

No se trata de un homicidio o asesinato cualquiera. Es brutal, porque además de cruel y brutal, es ideológico: el chicle repite su acto una y otra vez sobre esta o aquella chica porque está convencido de que puede hacerlo y lo que le distancia de culminarlo es la oportunidad de llevarlo a cabo.  Para este tipo una mujer es una pieza de caza.

¿Es un perturbado? En la medida en que piensa de esa forma lo es. Pero no lo es porque tenga una tara o esté enfermo: lo es porque su forma de pensar es la de un perturbado y por tanto su forma de actuar, que responde a sus ideas, es consecuencia de ellas. Y punto. En esto, mi opinión, que es mía, es así y no la someto a debate. Luego hay enfermos, personas que tienen patologías que los condicionan. Pero de verdad, no es el caso. Como no lo es en el de Bretón, los asesinos de Marta del Castillo y otros de perfil similar: actuaron criminalmente porque sus víctimas – directas o indirectas – no lo fueron por una patología sino por una forma de entender las relaciones humanas en las que ellos, por ser hombres, someten a las mujeres por ser mujeres.

Dicen que la prisión permanente revisable no debe figurar en el Código Penal. Me mojo: yo creo que sí. En la medida en que estos criminales actúan por lo que lo hacen y contra quien lo hacen y sabiendo que las víctimas – mujeres y niños de esas mujeres – lo son porque consideran que así debe ser en un plano de superioridad sobre ellas, no pueden formar parte de la sociedad a no ser que tengan un cambio radical en su forma de ver la vida, su visión de la sociedad o del papel que ellos y los demás tenemos en nuestra comunidad.

Se equivoca Pablo Iglesias cuando habla de venganza. No se trata de eso: la cárcel no es un rehabilitador en exclusiva. La cárcel es un castigo, un justo castigo. ¿O qué se cree el líder de Podemos que se llora cuando se mata a una mujer brutalmente y qué se demanda cuando se acude a una manifestación exigiendo medidas? Se demanda castigo y, además, ya vendrá, ojalá, la rehabilitación, pero se exige castigo a las conductas dañinas contra la mujer.

Los crímenes horribles, calificados por el padre de Diana Quer con sabiduría – y no con venganza, señor Iglesias – deben tener castigos severos y no deben considerarse resueltos mientras haya el menor atisbo de reiteración. En ese sentido, bienvenido el tipo penal. Y mientras escribo esto, se conoce el caso del violador del estilete que reincide después de 32 años en la cárcel. Tomemos nota de este que me da la razón.

 

 

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