Notas de un lector

Libros de hoy... y siempre

La variedad de las ofertas navideñas para el lector infantil y juvenil son tan peculiares como sugerentes

Cuando Macmillan infantil y juvenil desembarca sus colecciones destinadas a niños de distintas edades, y lo hace, como ahora, de cara a la Navidad y a los Magos de enero, provoca siempre en el crítico una punta de desconcierto; y ello, por la variedad de las ofertas tan peculiares como sugerentes.

     El crítico, por lo general, afronta las novedades con su atención lectora puesta en el devenir de situaciones, aventuras y personajes para glosar luego su almendra argumental, y enjuiciar el mayor o menor acierto del autor, así como el continente de que la editorial en cuestión se sirve. Pero ¿qué hacer cuando tal argumento no existe y el volumen aporta -en lo literario- apenas unas frases escuetas? Naturalmente, enfocar su visor y su rutina (no hay intención peyorativa en esta palabra) de forma bien diferente.

     Tomo, por ejemplo, de esas colecciones a las que más arriba aludo, un libro destinado a lectores “a partir de 3 años”, titulado “Adivina qué soy”. En él se incluyen “siete deliciosos olores de alimentos”; el niño debe frotar el dedo por un hueco en el centro de cada página, y describir, por el olor, la respuesta, oculta bajo una solapa. La vainilla, el plátano, la menta, la cebolla, el pomelo, el mango y el chocolate, aguardan la perspicacia del infante, ayudado por unas palabras orientativas que acaso le hayan de ser leídas.
Se trata de impulsar el conocimiento y el desarrollo sensorial, a través de un volumen en cartoné de cuidada presentación.

     Algo similar ocurre con el titulado “¡Qué susto!”, de la colección “Ventana mágica”. Libro interactivo, se puebla de preguntas (“¿Qué mascota tiene una bruja?” “¿Cuántas arañas hay?”…) y lleva al pequeño en cuyas manos se posa, a adentrarse en una casa encantada, con bruja, fantasma, momia, vampiro… provista de ventanillas corredizas cada una de las cuales esconde algo: una poción, un murciélago, un gato, una escoba, un búho…, en un montaje esmerado, y por supuesto, admirable y atractivo.

     Cuando otros medios parecen desafiar el libro de papel, el maravilloso libro de ayer, compañero inefable, determinadas editoras -tal Macmillan- buscan renovar las condiciones físicas de sus ofertas, como una noble respuesta, a lo que algunos consideran una amenaza a la tradición libresca. Algunos.
No quien escribe estas líneas, seguro de la perdurabilidad de ese amigo entrañable y callado, que aguarda, fiel, en nuestras estanterías, la mano que una y otra vez lo tome, lo use y lo acaricie.

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