España

La Casa de Max

Su hogar acoge conciertos, proyecciones de cine e incluso cursos de yoga

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  • La casa de Max -
En su casa, La Casa de Max, se respira cultura por todas partes. Cada pared, cada detalle, cada rincón, todo intenta contar algo y se intuye que aquí pasan cosas. Max es un madrileño afincado en Sevilla desde 1985, pintor, Dj, músico, decorador y organizador de eventos culturales en sus ratos libres, que son muchos en los tiempos que corren. Max es ese tipo de persona tranquila, culta e inteligente que transmite paz a todo el que tenga la oportunidad de hablar con él. Es, a todas luces, una persona especial.

¿Qué es La Casa de Max?

–En términos legales es una asociación cultural sin ánimo de lucro, cuya sede es mi hogar, dedicada a la producción de eventos culturales de toda índole, entre los que destacan la música, el teatro, la danza y el cine, pero también se puede disfrutar de la poesía o el yoga. Actualmente hay en marcha cursos de danza contemporánea, teatro y yoga. Los eventos suelen realizarse a puerta cerrada y la publicidad es casi nula, el boca a boca y una lista de contactos que va creciendo poco a poco sólo con las personas que acuden a la casa. No estamos en redes sociales y no hacemos cartelería, entre otras cosas, porque el aforo es muy limitado. Este tipo de eventos están dirigidos a minorías.

¿Desde cuándo realiza estas actividades?

–Ésta es la sexta temporada ininterrumpida que la casa acoge a personas con inquietudes culturales y ofrece programaciones estables y eventos puntuales.Háblenos de la programación.–Todo empezó con la Jam Session, que sigue siendo una actividad fija semanal. El cine tiene dos días reservados, también todas las semanas, es lo que más me divierte. Otras actividades como el teatro o la danza dependen mucho de los participantes y se programan puntualmente. La poesía también es estable, una vez al mes se celebra El Gabinete de Poesía Salvaje, donde se recita en directo.

¿Puede ser más explícito?

–Hay que tener en cuenta que es un lugar “semi secreto” (risas). Todo aquel que consigue encontrar la casa pasa a formar parte de una lista de contactos. Sólo a estos se les envía la información de las fechas y horarios.

¿Cómo es la relación con el vecindario?

–En general es muy buena, la mayoría son ya amigos que vienen a la casa a disfrutar del cine o la música, pero también los hay que protestan alguna vez. Curiosamente a éstos no los conozco personalmente. Intento ser muy respetuoso con el descanso ajeno y sólo hay gente en la casa cuando se celebra algún evento. Por supuesto, a puerta cerrada y en horarios razonables.

¿Ha recibido alguna vez ayudas de las instituciones?

–No, pero hay que dejar claro que nunca las he pedido. Yo no sirvo para gestionar los requisitos y la cantidad de papeleo que generan los trámites burocráticos que conlleva la petición de subvenciones. Soy muy independiente y sólo pediría a las autoridades que me dejaran realizar estas actividades sin el miedo de que, en cualquier momento, se presente la Policía o alguna autoridad y acabe con todo esto de un plumazo. Me encantaría ir a casa de los vecinos e invitarles al cine o al teatro gratis. Ojalá hubiera ordenanzas municipales que apoyaran este tipo de actividades, que lejos de molestar a nadie lo que hacen es desarrollar la capacidad artística de los ciudadanos sin coste alguno para las autoridades

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