La Tribuna de Nertis

Estado de las autonomías

La persistente dejadez del poder central en la configuración del llamado estado de las autonomías nos ha llevado a un callejón de difícil salida...

El profesor Clavero, maestro de tantos estudiosos del Derecho, explicaba en sus clases de Derecho Administrativo, las ventajas de la descentralización, esto es, que los servicios de la Administración del Estado se dispersaran por la geografía en un deseo de acercar al ciudadano la gestión administrativa, aliviando así la incomodidad e ineficacia de remitir siempre a Madrid la resolución de las cuestiones más nimias. 

A mi modesto entender, la persistente dejadez del poder central en la configuración del llamado estado de las autonomías nos ha llevado a un callejón de difícil salida. Lo cierto es que las autonomías se han ido configurando como micro estados, que viven de su ávido enriquecimiento de la economía nacional, siempre insatisfecho, y que nos han venido a complicar la vida a mucha gente lejos de aliviarnos la carga económica y de todo tipo que la acumulación de cargos, empresas, enchufados y cuñadísimos nos ha supuesto a todos. 

La cuestión ha derivado en una situación de desigualdad insostenible. Así, la diversidad de trato entre regiones que en materia de justicia sufren los ciudadanos y los propios jueces constituye una aberrante agresión contra la igualdad de los ciudadanos ante la Ley y posterga claramente a aquellas comunidades que, como la nuestra, se ocupan escasamente de las obligaciones prestacionales que en su día acogieron con avidez. El diferenciador tratamiento en la gestión de los impuestos cedidos en las distintas comunidades supone igualmente un trato desigual de tal magnitud que hay comunidades en que no pocos ciudadanos renuncian al esperado percibo de una herencia, pues la cuota del Impuesto sobre Sucesiones es tan desmesurada que aceptar aquella les supondría un claro empobrecimiento. No digamos del sistema sanitario, tan afrentoso y distinto en algunas regiones, que se traduce en un claro desprecio por la salud de los ciudadanos y la merma en la calidad de un servicio tan prioritario. 

Para concluir, la diversidad de los distintos sistemas educativos, en que la ideología se impone a la cultura de manera perversa las más de las veces, de suerte que los niños de las distintas regiones estudian la historia, la geografía, las instituciones de aquella en la que viven, con un absoluto desconocimiento de las demás ...son algunos ejemplos de esa injusta situación, aunque no los únicos. Piénsese en la pluralidad, nunca coincidente, de tantas normativas urbanísticas, por ejemplo. Y lo mismo ocurre con infinidad de materias reguladas de forma contradictoria, algunas en clara confrontación con la Ley estatal. 

Sería deseable que, de una vez por todas, los partidos constitucionalistas, los que se sitúan en la cercanía más franca de la ciudadanía, los que a la mayoría nos parecen más fiables olvidaran sus diferencias por una vez, aparcaran sus aspiraciones partidistas, renunciaran a sus estrategias electoralistas y, como un bloque patriótico sincero, abortaran este desmadre intolerable, que nos hace sentirnos distintos a quienes somos iguales en cuanto españoles, amenazando el futuro de España y sus generaciones venideras.

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