Francisco Aurelio Dávila Rosso
Y ahora que la Navidad ha dado su fin llega el turno de la fiesta del 3x4, de aquella que corona las noches de coplas en el templo de los ladrillos coloraos. El carnaval de Cádiz toma la palabra y agudiza oídos y sentimientos de una provincia que, por su naturaleza, se muestra sensible al renacer de febrero y espera con ansia construir su nuevo pódium para vitorear a sus héroes.
El concurso de coplas gaditanas, es entre otras cosas, el evento tradicional español que más originalidad y arte provoca, haciendo que cada año, se creen cientos de repertorios completos, originales en letra y música, cosa que no ocurre en ningún género musical ni manifestación cultural popular. El carnaval es del pueblo porque surge de él y porque trata sus temas.
La crítica sociopolítica, sumada a la ironía burlona y desenfadada de las letras, atraen a miles de personas en toda España y parte del mundo pero no nos engañemos, no son solamente el humor y la crítica quienes hacen que las masas se sumerjan durante un mes en la visualización de dicho concurso, si no que son las piezas dramáticas y de carga emotiva, las que hacen que el carnaval de Cádiz crezca por días.
El público prefiere a las comparsas, y eso lo podemos observar cuando es esta modalidad la que en solitario es capaz de llenar teatros y agotar entradas en toda nuestra geografía nacional.
Es cierto que el humor de la chirigota y del cuarteto son fundamentales para cualquier espectáculo carnavalesco que se organice pues en él hallamos la esencia y el origen de la fiesta, pero, sería absurdo negar que actualmente son los pasodobles “con pellizco” y las presentaciones espectaculares las que hacen rugir el Teatro Falla y a través de las televisiones, los sofás de los espectadores aficionados. Yo, como tal, también comencé mi afición a través de la chirigota hasta volverme un loco entregado de las comparsas gaditanas.
La modalidad que creara Paco Alba y de la cual tomó después el mando don Antonio Martín para más tarde perderlo ante los encantos de Antonio Martínez Ares, al quien se le sumó Juan Carlos Aragón en la lucha por ser el mejor, logró hacer de mí un esclavo de febrero, un adicto al carnaval que ahora mismo solo piensa en ver levantarse el telón y oír la voz de Carli Birhuega en mis oídos, la octavilla de nuestro portuense Nicolás García y la potencia vocal de Fali Vila.
En definitiva, ser un loco de la fiesta que, y que me perdonen las demás, está deseando ver a sus dos comparsas preferidas de hoy día: la de Martínez Ares y Chapa. Solo quedan dos semanas para que la locura comience y ya solo queda decir: Va telón.
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