Nada es casual, todo es por un motivo o por alguna razón de peso. La realidad que nos afecta no deja de mostrarnos un estado preocupante, muy preocupante, de lo que hoy en día nos envuelve. Ahora es el momento de sacar las mejores sonrisas para afrontar los últimos 15 días de campaña. Y digo bien.
Porque llevamos meses en modo campaña y en lo que lo verdaderamente importante era sacar más notas y prometer más que el rival de turno. Es el momento de volver a repescar las ideas que un día se hicieron eternas, porque siempre son el recurso fácil para rellenar folios y folios de propuestas.
La campaña electoral que anoche empezó no debe abstraernos de lo que nos jugamos el domingo 26 de mayo. 16 días por delante en el que solo vamos a oír, cual latiguillo, las soluciones para esa amalgama de necesidades que El Puerto presenta.
No se recordará la huelga de basuras que nos ha denigrado, ni de mejoras sobre mejoras nuevamente otorgadas a un estamento que sigue coaccionando cada vez que le dejan para sonrojo de una doliente población.
Todo quedará aparcado “para cuando gobierne”. El respeto que procesan cualquier servidor público debe estar a la altura del que da al que lo mantiene: el ciudadano de a pie. El que ahora estoicamente continuará aguardando que algunas de esas promesas se cumplan. Y llegará otra vez la desilusión y la frustración.
La política, esta política, se mueve por los intereses propios en detrimento del esfuerzo ajeno. Ni hay políticos listos ni hay votantes torpes; es la magia de las elecciones: poder votar y poder elegir quienes nos deben representar. Y en eso se pierde entre tantas palabras repetidas y vacías, que nos representan. Ser dignos del cargo al que se aspira y que solo haya un ganador, el pueblo, El Puerto. 15 días para elegir. Respeto.
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