La tribuna de El Puerto

La privacidad de los ingenuos

Dr. Antonio Monclova Bohórquez | Desde niño se desarrolla un sentimiento de lo privado, y todos los adultos sabemos lo que significa

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El adjetivo privado tiene dos acepciones, una es aquello que se hace sin formalidad ni ceremonia en el ámbito doméstico, familiar o ante poca gente (como una conversación), y la segunda es lo íntimo, particular y personal de cada uno (como la vida y problemas).

Desde niño se desarrolla un sentimiento de lo privado, y todos los adultos sabemos lo que significa. Las particularidades que rodean a lo privado han cambiado a lo largo de la historia y varían de un entorno cultural a otro, aunque el concepto siempre se refiere a todo aquello que se quiere retener en el ámbito de lo personal y tener control de quien lo pueda conocer.

Probablemente este sentimiento de posesión sea una de las principales causas del fuerte arraigo del concepto de privacidad en el pensamiento humano. No tengo duda de que aciertan los que dicen que todo el mundo tiene algo que ocultar, pero se equivocan los que con esta frase pretenden dar a entender que ocultar algo es socialmente reprobable.

Sería como asumir que es malo que una persona se quiera reservar información sobre lo que hace o piensa, o como decir que mantener en privado parte de nuestra vida podría hacer que otros sospechasen que no somos personas “legales”.

Pues bien, lo que sucede en las redes sociales parece indicar que cada vez hay más personas que están de acuerdo con las ideas anteriores.

Cada vez son más los predispuestos a mostrar casi toda su vida ante los demás, sin darse cuenta de que están facilitando que otros puedan invadir su espacio privado. Parece increíble que alguien esté dispuesto a contar lo bueno y lo malo que le sucede en su vida, o a compartir públicamente sus más íntimos problemas y pensamientos. Lo cierto es que quienes hacen esto raramente lo reconocen, muchas veces porque no se dan cuenta de ello.

Así, por ejemplo, el que pone en una red social fotos o películas de su hijo pequeño no lo hace sin querer, sino porque no conoce los riesgos de hacerlo, por falta de formación e información. sta carencia también afecta a los que por su forma de actuar facilitan que otros invadan su espacio privado, pudiendo llegar a ver sus vidas controladas por personas allegadas, grupos de “amigos”, jefes del trabajo, individuos desconocidos e incluso anónimos.

Es triste que muchas personas piensen que si no le contestan de inmediato su mensaje de WhatsApp le están haciendo un desprecio o que quien en Facebook no pone un me gusta a su post o no le felicita el cumpleaños no es su amigo.

Pero es aún más triste ver como muchas personas son tan ingenuas como para creer que publicitando sus vidas se harán un hueco en la sociedad, cuando en realidad solo se lo están haciendo a su privacidad.

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