La Pasión no acaba

Frontera de luz

"Casablanca" no está en Marruecos. Su localización exacta se encuentra justo en la frontera de la luz increíble de la ciudad más hermosa del mundo...

Publicado: 10/06/2020 ·
21:13
· Actualizado: 10/06/2020 · 21:13
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  • Vuelve "Casablanca"... -
Autor

Víctor García-Rayo

El periodista Víctor García-Rayo es el presentador y director del programa La Pasión de 7TV Andalucía

La Pasión no acaba

Dedicado al alma de

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"Casablanca" no está en Marruecos. Su localización exacta se encuentra justo en la frontera de la luz increíble de la ciudad más hermosa del mundo, allí donde Dios pulsa la tecla de encendido. "Casablanca" -su fachada- es el último instante en el que los sevillanos miramos de frente. A partir de ese punto, justo al pasar por la puerta, empezamos a mirar arriba, al cielo, porque de "Casablanca" hasta las entrañas de la ciudad el espectáculo te obliga a clavar los ojos en lo alto.


Si tienes suerte, verás por el ventanuco a Antonio que te saludará con esa sonrisa que tienen impresa en el rostro quienes saben que el Señor de la Salud de Los Gitanos no está tan lejos de la Avenida de la Constitución. Allí donde hay un hermano de Los Gitanos, está el "moreno", incluso su madre guapa de las Angustias. Los devotos del nazareno de la Salud de nuestra Madrugá tienen esa bendita capacidad de hablarte de Él y convencerte en el primer segundo de la capacidad que tiene para curarte el alma el Señor con la cruz al hombro que camina por tientos mientras tu corazón tienta a la suerte.


"Kiki" va encajando las comandas y reparte facilidades, condumios y soluciones a  los funcionarios, a los vecinos del Arenal y a los paseantes que buscan un regalo para el paladar. Todo está limpio, siempre limpio, y Antonio se afana en localizar los rincones más hogareños para los clientes que él sabe que necesitan un poco de privacidad dentro de su universo de jolgorio y gastronomía de la tierra.


En la esquina de la barra de "Casablanca", que debería ser declarada reserva de la sevillanía, se contonea con aires de chorreón de whisky una tortilla de patatas que pidió el caballero currista que siempre clava sus ojos en la misma foto de la pared. Hoy han vuelto a cambiar la oferta de guiso peculiar, sabroso. Aquí parece que cocinan las abuelas y no los nietos. El cuchareo de "Casablanca" se ha hecho dueño del oxígeno. Todo en orden.


Cola de toro, cerveza helada, la sonrisa de Antonio, esa atención en la barra tan eficaz como correcta, entrañable a menudo. La educación de quienes sirven, el tacto de quienes saben que hoy necesitas algo de intimidad y esa magia con la que te buscan un lugar en el que te sientes protegido.


Abre "Casablanca" y parece sonreir la frontera de la belleza natural de Sevilla. Es la línea de la luz, el interruptor. Justo aquí empezamos los sevillanos a mirar hacia arriba cuando paseamos. Antonio y Tomás no lo saben, pero hasta que llegamos a "Casablanca" vamos caminando con menos alegría. A partir de su casa, andamos ya con otro aire. Es el aire de las ollas de nuestras madres, de la cocina de casa, de la sonrisa familiar. Es la marca de "Casablanca", que tiene luz hasta en el nombre.

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