Cuatro millones de refugiados. Este es el resultado de 5 años de guerra civil, sin tener en cuenta todos los que han quedado por el camino y la destrucción que ha desolado el país. Lamentablemente, haber conseguido huir del conflicto no es la mayor prueba a la que tienen que enfrentarse: las mafias, el mar y el desprecio de los gobiernos vecinos. Sumada a la indiferencia de Europa, estos mártires de estos tiempos -a los que no sé bien por qué llaman modernos-. La recompensa es escasa y miserable, apenas medios para poder subsistir a base de explotación y ganas de sobrevivir..
A este respecto, hace unos días se proyectó en la Sala Compañía de Jerez el documental Nacido en Siria, del bonaerense Hernán Zin, en un acto organizado por Oxfam Intermón que se inició con el testimonio de un matrimonio exiliado de Siria.
El joven, al que llamaremos Omar de forma ficticia, era futbolista profesional, de segunda división. Tenía una vida y un futuro en la liga siria, que compartía con una chica argelí que por aquel entonces estudiaba inglés en la universidad, a la que nombraremos bajo el seudónimo de Naela. Estalló la guerra. Nada más comenzar, tanto la madre como uno de los hermanos de Omar murieron. Paradójicamente ese trágico suceso le puso en alerta para marcharse de Siria tan pronto como pudo desplazarse a Turquía con su hermano menor en taxi. Otros han tardado años en tomar la decisión por la dificultad y peligros del viaje , además de dejar a familiares o sus vidas atrás.
En Turquía decidió viajar en avión hacia Egipto, un lugar elegido por muchos sirios dado que no ha puesto ningún tipo de restricción ni bloqueo en sus fronteras. También existe la creencia de que es más barato que el resto de países vecinos. Lo cierto es que vivió allí durante un año hasta que pudo reunirse con Naela en Libia, donde se casaron el mismo día en que se encontraron.
Con dos niños ya se encaminaron hacia Europa pasando por Argelia y Marruecos hasta llegar a Melilla. “Decidimos venir a España porque al tener niños no podíamos arriesgarnos a una travesía por mar" dijo ella, siempre sonriente, quizás con esperanza. Lo cierto es que perdieron todos sus ahorros para pagar a las mafias que extorsionan y estafan en las fronteras. Pero fue al llegar a Melilla donde Omar vio truncada parte de sus expectativas: su hermano permanece desde hace 4 meses en un centro de menores porque las autoridades españolas creen que utilizaba un pasaporte falso para pasar la frontera con él. De hecho, es uno de los mecanismos que las mafias utilizan para burlar los controles, dejar paso a los menores creando ficticias relaciones familiares para los niños cuyas familias solo tienen dinero para que ellos pasen a Europa, donde esperan que reciban un buen trato por los países europeos.
Pasaron a la península porque en Melilla tuvieron dificultades para adaptarse y Oxfam les proporciona ayuda y alojamiento. Ahora están a la espera de que las pruebas de ADN le den la razón a Omar y puedan poner bajo su custodia a su hermano. “Tenemos miedo del futuro, al paso del tiempo, de cómo vivirán nuestros hijos y a no poder regresar nunca a nuestro hogar. Solo busco una vida segura, sin peligros y con mi familia”, estas son las palabras que tiene la sonriente Naela sobre el futuro, no sé si con esperanza. Como este matrimonio, muchas familias sirias llegan a Europa en pos de poder vivir en paz. A una Europa donde crece en la xenofobia, la insolidaridad y el miedo.
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