Por otro lado, un estudio realizado por el CEA describe el perfil del usuario como un varón de 42 años, policonsumidor (combina metadona con su droga de referencia).
A ello se suma que casi la totalidad de las personas también son alcohólicas, un 75 por ciento de ellas consume cocaína, un 72 por ciento cannabis y un 45 por ciento heroína. La edad oscila entre los 21 y los 70 años. Un 53 por ciento son portadores del VIH, dejaron la escuela a temprana edad, un 58 por ciento tenía un padre alcohólico y el 45 por ciento dice haber empezado a consumir por razones familiares.
Función
En este sentido, y coincidiendo con el Día Mundial del SIDA, “es de justicia señalar que los centros de encuentro de acogida en general, y el de La Línea en particular, cumplen una función de visibilización sobre personas que, por vivir en la exclusión social, están fuera de las redes asistenciales”, según la concejal de Servicios Sociales, Inmaculada Olivero.
Ésta añade que “uno de los retos del SIDA en nuestro país es el elevado porcentaje de personas con VIH que no lo saben, y el CEA de La Línea está a la vanguardia en ofrecer un primer acceso a la red sociosanitaria a muchas personas que viven en situación de exclusión”.
Las personas usuarias del CEA han usado los servicios ofrecidos por el Centro, como la acogida e información, la estancia y el descanso, la comida, la lavandería, la higiene, el servicio sanitario, la coordinación con otros recursos, el asesoramiento jurídico, la dispensación de preservativos o el intercambio de jeringuillas.
También los usuarios del CEA han participado en los diferentes talleres ofrecidos, como el de alfabetización, el de barro y pintura, el de habilidades sociales o el de educación para la salud. Además, los usuarios del CEA han participado en las actividades externas al Centro, consistentes en senderismo, en visitas culturales, en acampadas o en excursiones.
Dificultades graves
Olivero considera que “los centros de encuentro y acogida, y el nuestro no es una excepción, responden a la necesidad de cubrir el vacío de atención a un sector de la población drogodependiente con dificultades graves en casi todos los ámbitos de su vida, como alimentación, higiene, desarraigo familiar y social... Para estas personas lo imprescindible es comenzar una intervención precisamente sobre estos aspectos básicos, no condicionándola al abandono del consumo de drogas”.
El CEA de La Línea de la Concepción pretende consolidar una línea de trabajo con la que la atención a las necesidades básicas de la persona sea una puerta para avanzar en su incorporación social, y no sólo funcione como un “colchón” que apenas amortigua las necesidades.
La filosofía que marca la intervención en el recurso se apoya en cuatro grandes ejes: el libre acceso, la baja exigencia, la globalidad y la flexibilidad. Llevados a la práctica, los principios básicos se traducen en que la persona que normalmente no accede a los recursos normalizados de tratamiento puede acercarse a un espacio en el que, a diferencia de otros, no se establecen exigencias para poder permanecer en él (excepto la regla general del respeto).
Todo ello se resume en un trato dignificador hacia las personas mediante una intervención, adaptándose a sus características.
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