Qué tiempos aquellos en los que El Puerto era una de las ciudades donde sus vecinos más luchaban por “sus intereses”, donde sus colectivos más reclamaban lo que consideraban “más justo”. El Puerto era hace unos años, día sí y día también, el germen de protestas, de reivindicaciones. Ya sé que no es la primera vez que lo cuento, pero es especialmente llamativo el tránsito de la ciudad que siempre reclamaba en la calle a la ciudad que calla en sus casas.
Quizá es que El Puerto viviera años atrás mucho ruido, demasiado quizás. Puede incluso que un ruido forzadamente extraordinario. Porque con el tiempo, se ha comprobado que aquel ruido que siempre tenía las miradas puestas en Peral (o incluso en El Polvorista) fue absolutamente innecesario, artificial, provocado e, incluso, mentiroso. Un ruido que debió causar tanto hastío, tanto cansancio, tanta frustración y tanto cansancio que la ciudad se echó a dormir una vez comprobado que los adalides del ruido no eran profetas de un mundo mejor sino interesados hilos movidos por quienes ahora gobiernan en el Ayuntamiento.
Qué pena de la exageración aquella y qué pena del silencio de ahora. Duele ver que antes, a pesar de las apariencias, no se defendía El Puerto ni a sus vecinos, sino que se defendían ideas y partidos políticos que no buscaban el bienestar general sino la política más rastrera que he conocido. Duele ver que lo que antes era tan injusto ahora no sea digno siquiera de un comentario.
Duermen los pancartos ¿se acuerdan?, ni siquiera la Flave o la Zona Norte andan despiertos. Los comités de empresa de las empresas concesionarias duermen, los comerciantes duermen, las asociaciones de vecinos entraron también en letargo. Qué hablar de las federaciones de EMAs. Los ecologistas sabelotodos también duermen (aunque a decir verdad, es lo mejor que hacen, lo que no tengo claro es si lo harán con la conciencia tranquila). Han conseguido que duerman los medios de comunicación…
Qué pena porque hay en El Puerto gente que con ideas vivas, la ciudad tiene todo a su mano para estar despiertos las 24 horas del día sin siquiera querer que te entre sueño.
Pero ya ven, conseguido el reto de echar al PP, no hay más nada que protestar. Lo cierto es que fue tanta la borrachera que la resaca está siendo nefasta; fue tanta la exageración, que la extenuación está resultando demasiado duradera; fue tanto lo que se pervirtió, que la dura realidad ha golpeado excesivamente duro. Despierta, Puerto, despierta.
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