El pasado miércoles 8 de mayo se cumplieron 46 años de la emisión del NO-DO sobre la última visita del dictador Francisco Franco a Huelva (25 de abril de 1967). El efusivo reportaje (rescatado de la filmoteca de RTVE) relataba la visita que el caudillo hizo a nuestras tierras para inaugurar lo que se dio en llamar el Polo de Desarrollo de Huelva. Lo que viene siendo el Polo Químico. Aquel día, Franco se dio un baño de multitudes entre una Huelva que veía la llegada de la industria como sinónimo de riqueza y prosperidad.
En su paseo, cortó la cinta de la Refinería Río Gulf de La Rábida, de la Central Térmica Cristóbal Colón, de Celulosas Huelva, de la cementera de Niebla, de Fertiberia y de la fábrica de sulfúrico. Franco, adorado, temido y odiado a partes iguales, tenía en Huelva un lugar de reconocimiento. No en vano, en 1961 se le dio el bastón de Alcalde Honorario Perpetuo de la ciudad, y además tiene la Medalla de Oro y el título de Hijo Adoptivo.
Eran otros tiempos. Entonces, el arma del miedo y de la pobreza bastaba al dictador y sus secuaces para mantener el imperio de la represión y el dominio.
Pero es que hoy, casi 38 años después de su muerte, y tras 35 años de democracia hay ayuntamientos, como el de Huelva, cuyo equipo de gobierno no quiere quitar los honores al represor ni con la Ley de Memoria Histórica por delante. En junio del año pasado, Izquierda Unida presentó una moción plenaria en la que, entre otros asuntos, pedía que se retirara al dictador todos los títulos honoríficos que tiene en la capital onubense. PSOE y MRH dijeron sí. Pero la mayoría absoluta del PP la tumbó, permitiendo que Huelva siga rindiendo honores a un sanguinario dictador que aún es alcalde perpetuo de los onubenses. Eso sí, nos trajo el Polo Químico...
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