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En un periódico lleno de vida, como el nuestro, que fotografía a diario la actualidad, con sus gozos y sus sombras, la crónica de un año viene a ser...

Publicado: 30/12/2019 ·
23:40
· Actualizado: 30/12/2019 · 23:40
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Autor

Manuel Expósito

Director general de Gestión de Medios Jiennenses

Expositor

El blog Expositor se centra en la crónica política de la semana en Jaén y provincia

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En un periódico lleno de vida, como el nuestro, que fotografía a diario la actualidad, con sus gozos y sus sombras, la crónica de un año viene a ser irremediablemente el colofón, la síntesis, el corolario, de todo cuanto vimos, vivimos, analizamos, investigamos, contrastamos, elaboramos y publicamos a lo largo y ancho de un ejercicio atestado de urgencias grandilocuentes que luego, a la postre, a la vista está, no lo fueron tanto. 2019 fue un año de elecciones hasta el hartazgo, que renovaron nuestros ayuntamientos, y revalidaron el poder del PSOE de Paco Reyes en Diputación, pero no le dieron estabilidad al Gobierno de Las Españas: Nuestro sino desde que saltó por los aires de la crisis financiera del ladrillo la argamasa del bipartidismo. En la Nochevieja, no obstante, la discusión más recurrente entre cuñados se situará en la inminencia de la investidura del presidente en funciones más duradero de la historia democrática de este país, Pedro Sánchez. Será en vísperas de Reyes Magos, cabalgata de caramelos envenenados, a decir de los detentadores de la patria eterna. Se acentuó el conflicto catalán, huida hacia adelante del independentismo/separatismo de la que acabamos hablando todos, apasionadamente, como si en ella nos fuera el ser o no ser. La vieja Europa siguió sumida en una crisis de identidad galopante, esperando a Godot, aguardando el Brexit, la tocata y fuga de la pérfida Albión, largamente acariciada, torpemente gestionada, en tanto el populismo se rearma a golpes de intolerancia y negacionismo ultraderechista, reclamando la vuelta de banderas otrora victoriosas que creíamos con ingenuidad definitivamente enterradas. Se exhumó a Franco del Valle de los Caídos, pero en el entorno más cercano, véase el Santuario de la Virgen de la Cabeza, la apología simbólica de la victoria “por Dios y por España” se mantiene inmutable, inalterable, anacrónica, ajena al devenir de los tiempos y de los acontecimientos.

Liderada por el popular Juanma Moreno Bonilla, tras el peor resultado en la historia de su partido, se puso en marcha desde principios de año la primera experiencia de gobierno no socialista de la Junta de Andalucía, merced a una coalición entre PP y Cs que hizo aritméticamente posible Vox, sin formar parte del Ejecutivo, mandando y templando desde el tenebrismo del socio externo, del colaborador necesario, tan impresentable como imprescindible. Se aprobaron presupuestos, se priorizaron listas de espera quirúrgicas, por más que se consumaran recortes sociales entre bastidores, primándose conciertos privados en detrimento de lo público. Se juzgó y condenó una etapa del PSOE al frente del Gobierno andaluz que degeneró en ERE(s), concebidos para salvar de la quema laboral a trabajadores de industrias en crisis irresolubles, para prejubilarlos con doble sentido de antelación, para liberar del marrón indemnizatorio a los empresarios afectados, que sirvieron retorcidamente para que una cohorte de aprovechados hiciera, sin venir a cuento, piñata por la jeta. Los precios de nuestro aceite de oliva en origen, tras una campaña récord, cayeron en picado, mientras el sector reaccionaba tarde, y los políticos miraban para otro lado. La provincia de Jaén continuó exigiendo salir del retraso histórico en materia de infraestructuras viarias, soñando despierta con una recuperación incierta del tráfico ferroviario, al tiempo que la futura autovía hacia el Levante salvaba el trámite, con veintitantos años de insoportable retraso, de la apertura del tramo  entre Úbeda y Torreperogil, siniestro punto negro hasta entonces.

También tuvimos alegrías, para qué vamos a negarlo, obtuvimos premios y reconocimientos, una Expoliva triunfal de fábula, de cuento con desnudo integral a lo Hans Christian Andersen en ‘El traje nuevo del emperador”, y varios nacimientos recibidos con la henchida satisfacción de la madre y el padre que, en cuestiones de patria chica, paisanaje y procesiones, todos llevamos dentro. Fuimos incapaces, un año más, de erradicar el machismo, la violencia de género, la xenofobia, el clasismo, la pobreza y el oscurantismo, pero nos dimos varios homenajes de los buenos, entre pecho y espalda, e incluso tuvimos tiempo para conjurarnos contra la desesperanza de la España vaciada, afirmando a los cuatro vientos que nosotros, los de Jaén, no somos tan pocos ni estamos tan mal, a pesar de nuestros pesares, sobre todo de la sangría demográfica (la población total de la provincia de Jaén a principios de 2019, según el INE, era de 633.564 habitantes, 4.535 menos que un año antes, 37.197 menos que en 2010), porque siempre, en última instancia, podremos aferrarnos al maná de Europa, de los fondos estructurales europeos, en forma de PAC, ITI, EDUSI, IGP que Bruselas nos conserve mucho tiempo.

La crónica del año 2019, asimismo, aquí, en la ciudad de Jaén, donde PSOE y Cs, las huestes de Julio Millán y María Cantos, posibilitaron la alternancia: Una vuelta a la tortilla que dejó virtualmente sentenciados el empleo en Onda Jaén y la concesión de los autobuses urbanos a la empresa Castillo, a cambio de dotar de viabilidad financiera a corto plazo la puesta en marcha del tranvía. El relato de 2019 en el periódico de un grupo de comunicación autóctono que se consolida dos décadas después de perder a su fundador, Esteban Ramírez, un intelectual que forjó el anhelo de sacar a Jaén del ostracismo en el conocimiento profundo de nuestra cruda realidad. Sin lisonjas, sin ambages, sin edulcorantes, sin victimismo, sin desesperanza. Va por él. Y por ustedes. Porque 2020, no les quepa la menor duda, será nuestro año.

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