Es la distancia que hay entre la primera Asamblea Ciudadana Estatal de Podemos que se celebró en octubre de 2014 y la reunión/mitin de Vox de octubre de 2018, ambas celebradas en el Palacio de Vistalegre de Madrid. Cuatro años se han convertido en una eternidad política.
Pablo Iglesias reclamaba que la soberanía nacional estaba donde él se encontraba. Con su hábil utilización de la acampada de la Puerta del Sol, la protesta del 15-M, que comenzó tres años antes, en 2011, y que fue capitalizada políticamente –a pesar de la enorme complejidad y pluralidad de dicho movimiento- por Podemos. Igualmente la reclamó en su acto en el Teatro de Bellas Artes de Madrid frente al cercano Congreso de los Diputados. El acto contraprogramaba el debate del Estado de la Nación de Rajoy y se convocaba con el significativo título de “El otro debate de la Nación”. Era la realidad alternativa que venía a imponerse. -"El cielo no se toma por consenso, sino por asalto" fue el lema de esos años. El miedo tenía que cambiar de bando. Ni que decir tiene que era una cosa sana ese miedo, si era él el que lo producía.
En cuatro años el miedo ha cambiado de bando. Ahora lo causa ese extraño movimiento que surge de las entrañas del enfado, del cabreo y de un rancio retrofranquismo que le da las más fáciles soluciones imposibles a problemas complicados. Pero es inútil etiquetar con un nombre del pasado un movimiento que ha triunfado en EE.UU. con Trump o en Brasil, como se ha visto en la reciente toma de posesión del nuevo presidente Bolsonaro. Son los mismos eslóganes en todas partes de la ultraderecha, los mismos que ya lanzaron también Le Pen en Francia o Salvini en Italia: “Los españoles estarán primero” y “Juntos haremos a España grande otra vez”.Es curioso cómo Podemos salió del interior de la desigualdad que creó la crisis económica como el grito de los indignados y Vox representa una ruptura con la derecha, por la – a su juicio- debilidad de sus respuestas al independentismo catalán o la inmigración, remarcando además la perdida de las esencias nacionales y contra “la derechita cobarde” y “la veleta naranja”.
En Andalucía ha comenzado ese nuevo laboratorio de las derechas. Es la nueva etapa de una alianza de las derechas “sin complejos” y con ellos.
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