Es una película con una cadencia cursilona o sensiblera pero indefectiblemente magistral, porque está por medio Robert Redfort. “El hombre que susurraba a los caballos” es de esas películas nacidas de un bestseller que tiene éxito por la mano de ese galán elegante y eterno que patrocina el Festival de Cine de Sundance, para autores noveles y se declara ecologista. Pero susurrar a los caballos es obra poética y sublime de un domador, de un entrenador de un experto criador de caballos.
Nuestro caso es más casposo. Hay un candidato que ha susurrado a las vacas. Se ha acercado a sus enormes orejas y le ha hecho confidencias a las vacas. Le ha susurrado a una vaca finalmente las palabras mágicas: “¿Tú vas a votar al PP o no? Di que sí”. Evidentemente la vaca de Rute no le contestó absolutamente nada. Son animales irracionales que responden a otros estímulos pero ante la palabra humana solicitando el voto se comportan como los racionales, ni caso. ¿Qué le pasa por la cabeza a un candidato para hacer tal ridiculez? Que si Juego de Tronos, que si Guerra de las Galaxias, que si Khaleesi que si el Jedi. Competición de vergüenza ajena: "Si ella tiene dragones, yo tengo la fuerza".Extravagancias sin sentido. Frikismo que no levanta al electorado para acercarse a las urnas. Ausencia de ideas y recurso al oportunismo más ramplón.
Mientras tanto un autobús electoral de Ciudadanos recorre Andalucía con las caras serigrafiadas a gran tamaño que son las fotos de Oriol Junqueras, Carles Puigdemont, Susana Díaz y Pedro Sánchez y la inscripción de “Se ríen de España, se ríen de ti”. Todo un ejemplo de auténtica campaña andaluza. Una vergüenza para los electores y una desgracia para Andalucía. Habrá que recordar a Albert Rivera sus propias palabras en 2017: "Montar un autobús no es hacer oposición, es un show". Arrimadas dijo algo parecido:"Mientras unos se pasean en autobús, nosotros seguimos trabajando en el Congreso con medidas contra la corrupción". Claro que si se echa mano de la hemeroteca no se libra nadie.
La cita cuatrienal de las elecciones no es una convocatoria sagrada. No hay que santificar lo civil, pero esa banalización excesiva de superficialidad política tampoco es muy sana. A la postre se trata de que voten la mayor cantidad de andaluces posible. 6.541.722 andaluces están convocados.
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