En román paladino

Escenas y tipos matritenses

No vieron las cuentas de los bancos, pero sí ahora la subida salarial

Publicado: 02/11/2018 ·
13:22
· Actualizado: 02/11/2018 · 13:22
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Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Indignación, Estupefacción. Asombro. Cabreo. Cualquiera o todos  de estos estados emocionales se vienen al cuerpo cuando uno ve las escenas matritenses. No  las  que narraba  Ramón de Mesonero Romanos, el rey de los costumbristas madrileños,  sino las que nos proporcionan  personajes de la zoología humana madrileña actual.

“Grave y delicada carga es la de un escritor que se propone atacar en sus discursos los ridículos de la sociedad en que vive.” Escribe Don Ramón para empezar su obra. Incómoda y repugnante es contar que un señor – el  gobernador del Banco de España- Pablo Hernández de Cos, que estima muy peligroso  para los jóvenes y para los más desfavorecidos que se suba el salario mínimo a 900 euros. La opinión es libre, pero que la casta de los gobernadores del Banco de España que no vieron  las cuentas de los bancos y cajas que le ponían delante de los ojos, vean con tanta lucidez esta subida salarial es más que llamativo.

Puede que probablemente  afecte a los autónomos o pequeños empresarios que tienen que subir sus costes en salarios, que afecte a las administraciones públicas que suben su factura salarial, pero también es verdad que habrá una mayor capacidad de compra y se ayuda a limitar la plaga que asola nuestro país: los trabajadores pobres, que no llegan a fin de mes y que no tienen para alimentar a sus hijos. ¿O se va a negar la existencia de la pobreza infantil en nuestro país?  El gobernador levanta 200.000 euros anuales. Sólo veinte veces más que los criticados.

La otra escena es turbia, fea, conspiratoria, casi delincuencial. Un matrimonio bien colocado y mejor remunerado recibe en la sede de un partido muy  principal a un espía policial y profesionalmente – este sí- claramente un delincuente para destruir pruebas y fabricar otras, además de avisar a otros delincuentes para que escapen de la acción de la justicia, en casos de corrupción.

Los habladores profesionales –Pablo Casado y su escudero Teodoro García- callan durante tres días a ver si prescribe el delito o se olvida el personal de lo hablado por Cospedal y su marido con el jefe de las cloaca máxima, el comisario Villarejo. “La estructura policial era socialista” ha dicho Casado. Balones fuera y a otra cosa. La culpa es de Villarejo, que subió  a la planta séptima del PP de la mano de Zapatero, Rubalcaba y Sánchez. Ahhh.

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