El Puerto

Un Racing de contrastes

La solvencia defensiva lució; la ‘sala de máquina’ se atragantó y la faceta ofensiva no despejó las carencias.

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  • Tiempo para analizar y corregir errores. -

Mal cuerpo dejó la primera derrota en el comienzo liguero. Más por su desenlace final que por el irregular juego que se pudo presenciar en el inhóspito Municipal cordobés.

El Racing no mereció mayor premio del que no tuvo demasiada claridad para liquidar a un rival cogido con pinzas. No tuvo la frescura de partidos anteriores. El calor, la falta de conjunción, el rival o el terreno de juego. Mil y un factores que, de una forma u otra, pudieron influir para no encontrar al equipo que sí dejó su sello en el periodo de pretemporada.

Bien es cierto que la competición es otra historia, que los rivales a los que se hizo frente eran de categorías inferiores. Lo cierto y lo fijo, es que la derrota debe servir única y exclusivamente para corregir errores y para subsanar cualquier eventualidad. Nada más, y para solazarse que difícilmente se volverá a cruzar en el camino con el ínclito Marcos Martínez.

No fue un encuentro deslumbrante, pero sí que dejó ciertos detalles que empiezan a ser visibles y patentes, en un equipo formado de atrás hacia delante.

El Racing Portuense tiene dos zonas bien definidas; por un lado la zona defensiva, lo mejor, sin duda, del equipo y con diferencia. Una retaguardia solvente, veterana, experimentada y, posiblemente, la más completa de las 20 que compiten en el Grupo X. Ni un error ni una concesión al rival y lo más destacado, engrasada a las mil maravillas. Nada que objetar.

Capi, que tomó el lateral derecho en detrimento de Alberto Fernández, se anticipó a todos. Metido en el partido desde el comienzo y con una fuerza a destacar, siendo el amo y señor de la banda derecha.

El bosnio Bajic estuvo correcto en cada una de sus acciones. Bien en la entrega y disciplinado a la hora de cortar cualquier internada rival.

Del capitán Galiano poco o nada que descubrir. Líder y dueño del eje defensivo. Su colocación y su competitividad contagió a los compañeros a los que alecciona desde atrás. Tuvo que sufrir con impotencia el penalti que se sacó de la manga el trencilla de turno. Nada que reprochar. Tuvo en su cabeza el empate, aunque el balón salió desviado del portal pozoalbense.

En cuanto a Raúl López, que terminó expulsado por doble cartulina amarilla, todo lo anteriormente expuesto de Galiano es aplicable al jerezano. Acierto pleno en un jugador que debe ser el estilete de la zaga.

El Pozoblanco ganó con la inestimable ayuda arbitral. De eso no hay la menor duda. El empate a cero ya era demasiado premio para un equipo que no demostró absolutamente nada. Fue la única forma que los locales pudieron acercarse con peligro al portal del impoluto Ismael. No hubo otra explicación para un equipo que no creó una sola jugada de peligro y que se topó una y otra vez con la muralla racinguista, y pudiera terminar el partido con tanto premio a tampoco expuesto.

Al igual que ante el San Fernando, en el Trofeo, la única manera de sortear la fortificación fue a balón parado. Ni en jugada ni en estrategia ni en acción individual.

Cambio de dibujo o refuerzo

De centro del campo hacia adelante comienzan las dudas. La baja de Benítez puso de relieve que las variantes constructivas hicieron acordarse de la inoportuna baja. La dupla Manzano-Matallanas no respondió. La doble M no lució y eso terminó por pasar factura.

Por una parte, el chiclanero se fue diluyendo con el paso de los minutos en su faceta creadora. Fue el encargado de botarlo todo. Faltas, córner y todo cuanto pudo, pero no supo enfundarse en la doble misión de destruir y fabricar.

El madrileño Matallanas no estuvo cómodo ni preciso. Viendo la trayectoria de los partidos preparativos, sorprendió las dificultades que encontró a la hora de mover con criterio el balón. Las entregas no terminaron por encontrar el camino deseado. Sus imprecisiones las suplió con una entrega que sigue siendo su mejor tarjeta de visita.

El doble trabajo de cortar y jugar pasó factura a hombres como Natera o Juanmi, algo intermitentes y fallones y en terreno de nadie. El estado del césped no ayudaba a que las entregas llegaran al lugar deseado, aunque éste no supuso ser un problema para Alberto Fernández. El canterano, más adelantado y en su posición más natural, se erigió en el jugador más regular y de sus botas salieron los centros más peligrosos.

Expósito volvió a emular una versión que ya padeció la temporada pasada: solo ante el peligro. Demasiado alejado de la zona de creación y sin una conexión organizada y constante que le surtiera de balones. La única y más clara de la que gozó fue tras el centro por la derecha nada más reanudarse la segunda mitad, que Alberto Fernández puso en la bota del roteño y éste ajustó al palo izquierdo. La mejor y única. Se fajó como el que más, pero para un ’9’ marcado, se le presupone más ayuda para que el derroche físico, finalmente, no le pase factura. Terminó siendo sustituido.

Valorar un cambio de papeles o de la necesidad de incorporar algún jugador más a la zona de arriba por una derrota, no sería ni justo ni serio, más bien precipitado e insensato. Aunque tampoco habría que obviar de la necesidad de la incorporación ante una plantilla corta, de la contratación de un jugador de banda o para la parte ofensiva.

Lo cierto, es que en partidos como los del sábado donde el partido está controlado y donde solo falta rematar y poner el punch necesario, la presencia de un jugador de un corte ofensivo cumpliría a la perfección con un equipo que se desenvuelve bien pero que no termina de estar completo.

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