Educar para el futuro

Silencio cómplice del discurso ideológico

La opresión estructural impuesta a la sociedad por algunas ideologías hace que quien se oponga a ellas sea atacado

Publicado: 23/11/2018 ·
09:52
· Actualizado: 23/11/2018 · 09:52
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

VISITAR BLOG

Siempre escribo esta columna con el convencimiento de que debemos facilitar a los más jóvenes los valores y las herramientas que les ayuden a desarrollar el sentido crítico que necesitaran para enfrentarse con éxito a la creciente cantidad de información que caracteriza a los entornos sociales. Por eso incido tanto en la importancia de su adecuada interpretación.

Utilizando racionalmente toda esa información, a veces engañosa o contradictoria, las nuevas generaciones no tergiversarán la auténtica igualdad entre las personas y se valdrán del intercambio cultural para crear un paradigma de progreso externo al poder y a los partidos. Una actuación dictada por la razón y respetuosa con el poder público legítimamente constituido, aunque oponiéndose a que permanezca en el mismo de quien no trabaje por la ciudadanía.

Pero lo cierto es que jamás lograremos esto si nos dejamos atrapar y arrastrar por las consignas buenistas e interesadas lanzadas por cualquier sector político o social que sea capaz de hacerlo.

La opresión estructural impuesta a la sociedad por algunas ideologías hace que quien se oponga a ellas sea atacado y perseguido mediante una estrategia aparentemente simple pero ciertamente perversa: la utilización de comodines como el machismo o el racismo aplicados como unos mantras para mantener determinados discursos ideológicos. Veamos un ejemplo.

Entre las ideas que postulan las mencionadas ideologías una es que los hombres blancos heterosexuales son proclives al machismo en nuestro entorno heteropatriarcal, y otra es que cualquier problema que pueda surgir de la inmigración ilegal se puede solventar desde posturas buenistas.

Estos discursos ideológicos son falsos, pero para poder mantenerlos determinados sectores sociales y políticos no han dudado en tratar de forma totalmente diferente la agresión sexual perpetrada a una mujer por unos jóvenes españoles y la perpetrada a otra mujer por unos jóvenes magrebíes.

Ambos hechos son absolutamente execrables y la justicia debe actuar en función de la gravedad de cada caso, por lo que es muy triste que solo en el primero de ellos se produjesen manifestaciones masivas de repulsa en calles, redes sociales y medios informativos. Antes de que algún simplista con el coco comido me llame machista o xenófobo quiero dejar claro que como hombre blanco heterosexual que desprecia a quien maltrata a una mujer y que quisiera dar una solución lógica a la sangría humana que supone la inmigración ilegal, siento mi inteligencia insultada por los políticos insensibles y sinvergüenzas que solo buscan crear nuevos espacios para ejercer su poder, por los rastreros medios informativos que les sirven y por los progres de pacotilla que se atreven a razonar situaciones que son kafkianas.

Hechos como el del ejemplo anterior me reafirman en el convencimiento que mencioné al principio.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN