Editorial Sevilla

La fe mueve montañas

La desgracia del pequeño Julen ha servido al menos para mostrar hasta dónde podemos llegar cuando trabajamos en pro de un fin común

Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai

El rescate con vida del pequeño Julen tras una caída libre por un angosto pozo a lo largo de más de 70 metros y tras casi dos semanas sin comer ni beber  era cuestión de un milagro que finalmente no se ha producido, pero pese a no tener objetivamente nada a favor toda España no ha dejado de creer en lo imposible y de empujar anímicamente al equipo de rescatadores, los cuales han trabajado sin desmayo día y noche en busca del menor. Sin conocerse previamente siquiera, se han coordinado mineros asturianos, expertos en explosivos de la Guardia Civil, bomberos, poceros, maquinistas, herreros, ingenieros y un largo etcétera de profesionales que acogidos y asistidos por los vecinos de Totalán han dado lo mejor de ellos mismos y removido media montaña (85.000 toneladas de tierra y roca) en sólo trece días.

Ha sido una labor hercúlea para la que en condiciones normales se hubieran necesitado meses y para la que no había precedentes ni protocolos de actuación. Hubo que responder con ingenio a cada nuevo problema planteado por la dureza extrema del subsuelo y en un agujero de un metro de diámetro. La desgracia de Julen, convertido en el hijo de todos, ha servido al menos para demostrarnos como país hasta dónde se puede llegar cuando se trabaja en comunión, de forma solidaria y unidos todos en pro de un objetivo común, sin estériles divisiones ideológicas o supuestamente identitarias. 

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN