Tussam ha presentado sus quince nuevos autobuses ecológicos propulsados por gas natural comprimido, que cumplen la normativa europea sobre emisiones de baja contaminación y que en su versión de tan sólo 12 metros de longitud pueden transportar 81 pasajeros, 27 de ellos cómodamente sentados. Su coste ha sido de 3,9 millones, frente a los 93 millones que costó el tranvía que cubre los 2,2 kilómetros entre San Bernardo y la Plaza Nueva.
La conclusión es obvia: con una línea de autobuses ecológicos, que habría sido veinticuatro veces más barata, se podría haber dado el mismo servicio que con el Metrocentro y sin haber hipotecado el paisaje urbano con vías por el suelo (que se rellenan en Semana Santa) y con postes de catenarias y cableado eléctrico por los cielos, máxime si se tiene en cuenta que salvo en 600 metros el tranvía hace en superficie el mismo recorrido que el Metro en subterráneo.
Ahora que Espadas planea extender el tranvía hasta Sevilla Este a un coste de 170 millones y pese a que se duplica con el Cercanías en el tramo hasta Santa Justa, es cuestión de hacer cuentas: con ese dinero se podrían comprar 653 autobuses ecológicos, el equivalente a una vez y media toda la flota de Tussam (400 unidades) y eliminar prácticamente todas las emisiones del transporte público urbano en Sevilla. Para pensar.
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