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Cádiz

David Palomar: “Para comer hago flamenco. Hacer música distinta me cuesta dinero”

En plena promoción de 8 Miradas, el cantaor gaditano anuncia fecha para actuar en su tierra. Será el 5 de noviembre en el Gran Teatro Falla

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  • David Palomar. -

David Palomar acaba de lanzar el quinto avance de 8 Miradas, un álbum con el que no va a dejar indiferente a nadie y que presenta a partir del próximo mes de septiembre. Artista a contracorriente, heredero de los cantes de Cádiz, pero empeñado en fusionar el flamenco con ritmos tradicionales latinoamericanos y otras músicas contemporáneas, da una nueva vuelta de tuerca a su sello con temas como A orillas del Palmar, con influencias de otros géneros como el son cubano y el merengue, o Involutivas, una seguiriya con influencias, en este caso, de la música electrónica y participación de la coral universitaria de la UCA. Cumple, eso sí, con su compromiso de cantar letras comprometidas, para agitar las conciencias, abordando temas como la violencia de género o el cambio climático. Puro espectáculo, los gaditanos podrán disfrutar de su voz en el Gran Teatro Falla el 5 de noviembre.   

Dices que las segundas partes no tienen por qué ser malas en el nuevo sencillo, ‘A orillas del Palmar’...

–Hombre, no tienes por qué encontrar a tu media naranja la primera vez, puede ser la segunda, la tercera, la cuarta o la quinta. ¿Por qué no? Hay que creer en el amor sobre todas las cosas, aunque te desesperes, te lleves desengaños, porque es el motor de nuestras vidas.

O sea, que hay que creer en la esperanza sobre la experiencia... Toda una declaración de intenciones

–Hay que tener mucha esperanza y fe. Pero en la vida no puedes dejar todo al azar, hay que ser intuitivo e inteligente e intentar elegir el camino que crees que es el tuyo en ese momento.

Ya no hablas solo del amor...

–... de la vida.

Y también hay que ser perseverante, ¿no? Tú lo has sido para encontrar un hueco en el panorama musical.

–He currado mucho para que, cuando la gente escuche algo mío, diga mira, David Palomar. Eso ha sido un trabajo de pico y pala que sigo manteniendo hoy en día. No se sí estoy consolidado, pero me siento querido en mi tierra.

Tienes sello propio.

–Sí, creo que mi voz tiene ya de por sí sello propio, que me escuchas cantar y ya sabes que soy yo. Y cada día descubro más lo que la gente quiere de mí, aunque hay un sector que quiere más la tradición y otro, que me desmelene ya del todo. Hay como un ying-yang que me persigue. Yo estoy intentando ser cada día más libre, lanzando lo que me va naciendo ahí, a quemarropa.

¿Te sientes cómodo con la fusión del flamenco con otros ritmos?

–Me siento muy cómodo. Todo es música y haciéndolo con respeto, indagando en los estilos, todo es viable. El nuevo disco está lleno de rock, música electrónica... Hay un poco de todo y no va a dejar a la gente indiferente.

Marcado como heredero de los cantes de Cádiz, ¿comprende ese círculo más tradicional estas incursiones en el flamenco fusión?

–No le queda más remedio. El 95% de los mensajes es de gente a la que le encanta y me agradece la luz musical, la alegría del disco. Pero otra gente me pregunta si era necesario ponerse un traje rosa palo, con lo bien que iba... Y cree que lo hago para comer y no, no, a mí hacer una música distinta me cuesta dinero. Es al revés, para comer, hago flamenco. 

Aunque hay temas que se han viralizado en los últimos tiempos

–No soy artista de radiofórmulas. Ahora, hay canciones que cuadran más que otras. El desmadre lleva casi 400.000 reproducciones en Youtube y se ha descargado más que cualquier otro tema mío en Spotify o iTunes... Y A orillas del Palmar va a crecer rápido. Pero porque la gente quiere sentirse identificado con las canciones, que le imprimas positividad. La música tiene que funcionar como coach: la gente quiere que le animes para ir a currar, para seguir caminando, y yo he leído eso muy bien.

¿No te preocupa el coste de la libertad en la creación artística?

– No he tenido una discográfica detrás que me haya dicho, David, esto no lo puedes hacer, esto no te pega o quillo, zapatero a tus zapatos. Lanzo música y a quien le guste, bien, y a quien no, no pasa nada.

Música comprometida, además.

–Siempre he dicho que los músicos son muy poco comprometidos, sobre todo los que están arriba, en la palestra, pero yo les pregunto si no les duele lo que está pasando en Ucrania, lo que pasa en el mundo con la contaminación, en Ceuta con las vallas, en lo que nos hemos convertido. A Rosalía, una vez le comentaba que me gusta lo que hace, que es una crack como productora, pero que teniendo ese altavoz... no te quedes dormidas en las marcas, aunque entre líneas sea feminista, pero sé coherente y lucha por cosas, batalla, protesta.

Has sido crítico con el flamenco más tradicional y has cuestonado la dificultad para abrirse camino en los festivales. ¿Te has reconciliado?

–Llevo cantando en festivales doce años. Hay festivales con mucha enjundia que le ha costado abrir la puerta, pero he entrado en casi todos, exceptuando unos pocos en los que gusta que uno cante de una manera determinada o siguiendo una corriente. Pero es tontería, al final tienen que abrirse. Con el flamenco me llevo súper bien, pero siempre he criticado que hay cosas que evolucionar, como la gestión de las peñas o los ciclos de verano, hay que estar al día y en las redes a tope. Está pasando con la televisión, donde niños como Ibai tiene más público en una retransmisión que periodistas deportivos de élite. Algo está pasando y de eso hay que aprender, hay que estar despierto, no criticarlo.

No siempre cantas flamenco

–Cuando hice el espectáculo de homenaje a Chavela Vargas (La Dama del Poncho Rojo), me ceñí a un espectáculo de música tradicional sudamericana, pero con matices flamencos sutiles. Aunque mi amigo Juan José Téllez me dijo pero ha faltado como flamenco, ¿no? (ríe). 

La música latinoamericana está muy presente en tu obra.

–Me gusta mucho la música cubana, mexicana, brasileña. José Alfredo Jiménez, Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, los Van Van de Cuba, Elíades Ochoa, Clima, Benny Moré...

¿Y todo eso liga con el flamenco?

–Toda la música casa con el flamenco. Al revés... es complicado, pero el flamenco es algo manipulable, es una fusión de raíz, se deja manosear, a pesar de los pesares, es muy variable, se puede adaptar a todo y sin perder un ápice de pureza.

Y eso se refleja en 8 ‘Miradas’. ¿Hay alguna canción en concreto por la que sientas predilección en este álbum?

–Están muy buscadas, son ocho niños pequeños... y me quedo con los ocho. Pero hay un tema especial, Las involutivas, sobre lo que se ha convertido el hombre y lo que sueño que sería el mundo. He creado una banda electrónica, con la guitarra eléctrica de Nando Perfumo; el baterista de Fito & Fitipaldis y M Clan, Coki Giménez; Manolo Nieto al bajo; la guitarra flamenca de Keko Baldomero; y la coral de la Universidad de Cádiz (UCA). Es una ida de pelota mía, del niño que escuchaba a Queen con su fusión sinfónica de Rapsody. He intentado hacer algo entr lo sinfónico vocal, la música eléctrica y el flamenco y ha quedado una seguiriya muy potente.

¿Dónde se podrá disfrutar de este disco en directo?

–A partir de septiembre, vamos  a ir mostrándolo por medio de presentaciones. Vamos a estar de promoción sobre todo en Andalucía, centrándonos en Sevilla, como capital, y estaré en Málaga el 25 de septiembre. Es la primera vez que actúo en el Teatro Cervantes, que es un templo d ela música y el arte, y estoy súper feliz. Después, iremos a Madrid y Barcelona y contemplo un verano festivalero. Vamos a intentar estar en muchos formatos y compartir carteles con grupos de otras disciplinas, rollo indie y de música urbana, pop y rumba garrapatera, con gente como Raúle, que está haciendo una música muy happy, o El Canijo, que está súper consolidado. Y, por supuesto, no voy a dejar mi parte flamenca y, en todos los festivales donde quieran que esté, voy a estar con mi formato de universo Cádiz, de cante gaditano que llevo por bandera.

¿Estarás en Cádiz?

–Sí, el 5 de noviembre, en el Gran Teatro Falla, una cita ineludible que afronto con todo el cariño y la responsabilidad que conlleva estar en tu tierra.

¿Qué esperas de tu vuelta al Gran Teatro Falla después de tanto tiempo?

–Espero cariño y crítica porque a lo mejor no encuentran al David Palomar que esperaban... o a lo mejor, sí. El flamenco es el leitmotiv de mi vida, pero también he indagado e investigfado en otros estilos en 8 Miradas y presento un espectáculo un poco más curioso, novedos, que espero que llegue al corazón.

¿Es tu disco más especial?

–Cuando esté en la ancianidad, como dice mi niño, y si Dios me da esa oportunidad, miraré hacia atras y me sentiré orgulloso de mis cuatro discos porque están hechos en el momento exacto. Pero es verdad que 8 Miradas es el más arriesgado, de búsqueda, muy mimado, con la colaboración de Ricky Rivera, Keko Baldomero, los hermanos Guevara y Javier Katumba, y por tanto me quedo a dormir ahí.

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