La Pasión no acaba

A propósito de Hugo

El pequeño Hugo despista la silicona jugosa del chupete y cuelga sus dos años en la punta de la media luna de la tarde para tener las manitas libres y el oído..

Publicado: 19/09/2019 ·
18:13
· Actualizado: 19/09/2019 · 18:48
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
  • Hugo en Got Talent. -
Autor

Víctor García-Rayo

El periodista Víctor García-Rayo es el presentador y director del programa La Pasión de 7TV Andalucía

La Pasión no acaba

Dedicado al alma de

VISITAR BLOG

El pequeño Hugo despista la silicona jugosa del chupete y cuelga sus dos años en la punta de la media luna de la tarde para tener las manitas libres y el oído pendiente del purrum purrum que repite con la tenacidad de las olas que mueren una y otra vez en la orilla. Cruza las piernas cuando no puede más y su vejiga le aprieta pero solicita las baquetas para tocar su tambor, más grande que su propia naturaleza. El tambor de Hugo tiene que estar en el suelo para que ambos, el niño y su instrumento, se encuentren a la misma altura. Es la manera que tiene Dios para hacernos bajar la cabeza.

Sus veinticuatro meses no le dan para tropezar con un pasado que no tienen esas manos benditas, sus pupilas no han salido apenas a la calle del calendario y en su currículum, que sólo tiene una línea, apenas viene su nombre. Hugo, “el niño que toca el tambor”.

El imberbe virtuoso ha aparecido en las últimas horas en un programa de televisión que descubre talentos. Con esa carilla simpática y con los ojos como platos, Hugo atacó el ritmo de “Oh, pecador” y empezó a golpear el parche de la emoción del jurado, del público, de los telespectadores, del control de realización, de los operadores de cámaras y del mundo entero. Y lo entiendo. Aquella escena era tan tierna y, al mismo tiempo, tan impresionante que a menos que uno fuera de piedra tenía que conmoverse.

Pero muchos sevillanos no sentimos la misma emoción que los boquiabiertos miembros de un Sanedrín de focos, de luces de artificio y plató que asistían al espectáculo. Les llamaba la atención que un niño tan chico fuese capaz de tocar con soltura un instrumento. A muchos de nosotros nos conmovió mucho más verle las manitas a Hugo y soñar con ese día en el que ya empiece a afeitarse la pelusa de la pubertad y se vista de bonito para darle un beso a sus padres y decirles que se va camino de la Calle Juan Sebastián Elcano, que tiene que acompañar a Dios con su tambor mientras le parten la espalda a latigazos a ese Cristo que miraba de niño cuando se ponía delante de la televisión un DVD de su banda de Las Cigarreras y en la esquina del salón atracaba a su madre un inmenso nudo en la garganta.

A mí lo que me puede es saberlo vestido de uniforme derramando lágrimas después de un año ensayando. Me emociona saber que Dios está reclutando, que la música puede ser un vehículo de fe, que cuando sea mayor le colgará su medalla en el lugar del chupete. No me emociona tanto el talento como el destino del esfuerzo, el camino y la luz de los ojos de quien ha permitido que Hugo, con sólo dos años, nos obligue a todos a mirar con humildad al suelo.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN