Hace unos meses, la asociación de voluntariado GEA elaboró un decálogo para proponer la puesta en práctica de toda una serie de acciones, que si se hacen en conjunto, y con la suficiente atención y entusiasmo, suponen un auténtico cambio de rumbo vital, una pequeña-gran revolución personal, que se hace paso a paso.
Este decálogo, que se denomina “Diez Pasos hacia la Naturaleza”, contiene acciones más materiales y evidentes, y otras que pueden resultar desenfocadas en relación a la protección del medio ambiente, pero que pretenden llevar a que cada cual aprenda a disfrutar más de su mundo interior (cultura, arte, relaciones sociales, sensibilidad), para no depender tanto del exterior. Todos actuamos buscando la felicidad, la dicha, y nuestro modelo actual nos impulsa a buscar en el consumo excesivo. Puesto que este consumo excesivo es la causa del desastre ambiental, si buscamos nuestra felicidad en otro ámbito, en nuestro mundo interior, se reduce la presión exterior. El decálogo es el siguiente:
1. Separa y recicla la basura.
2. Reduce el consumo de energía y el uso de plásticos y envases que no se degradan.
3. Compra sólo lo necesario. Piensa...sólo lo necesario.
4. Camina siempre que puedas. Y cuando no puedas, utiliza el transporte público.
5. Pon plantas en tu vida. Protege la Naturaleza.
6. Comparte todo lo que puedas. El problema ambiental es de todos, y sólo juntos se soluciona.
7. Aprende a disfrutar de los mejores sentimientos y de la imaginación. Recupera tu vida fuera de la Red.
8. Desarrolla la sensibilidad, la capacidad reflexiva, la convivencia, tu mundo interior en definitiva.
9. Compromete con una causa justa, bella o buena.
10. Desarrolla todo tu potencial: nuestro lugar natural es ser más humanos.
Los puntos 1, 2 y 4 deberían ser ya el a-e-i-o-u de todos los hogares, y hay que exigir a las administraciones correspondientes que tomen medidas para facilitarlos.
Este decálogo está orientado a descubrir al ser humano natural. Cada especie en el planeta tiene un lugar ecológico en el que su impacto es mínimo, porque se integra en las redes complejas de la vida. En nuestra evolución, el lugar natural del ser humano ha dejado de ser un ecosistema concreto, para convertirse en el conjunto de capacidades psicológicas y mentales que conforman nuestra cultura, nuestro permanente aprendizaje, y es imprescindible aprender a ser felices sin que sea a costa del resto de la Naturaleza.
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