Hacia las 18.00 horas toda la comitiva ya estaba preparada en el Club Caleta para comenzar el cortejo procesional por las principales calles de la Viña y del Balón.
La caballa, en su cesta acompañada de su “piriñaca”, la banda de música cerrando el cortejo y los clérigos y viudas plañideras llorando su muerte.
En esta ocasión, el comparsista Pedro Romero, del barrio de Santa María, fue el encargado de pronunciar el pregón, el cual fue corto y profundo “para no aburrir al personal”.
El que se bautizó en las aguas de La Caleta fue Antonio Trujillo, Catalán Grande, pese a ser “viñero de toda la vida”.
Gastronomía y carnaval
Una vez la caballa procesionó por las calles de Cádiz, la comitiva regresó a las dependencias del Club Caleta. Allí se ofreció a todos los asistentes una degustación de fideos con caballa, todo regado con cerveza muy fría. El broche de oro lo puso la actuación de varias agrupaciones carnavalescas, como La Factoría y A los que se les ve la pluma.
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