La corrupción y la desafección de la política

El nivel de la campaña electoral no pasaría el filtro de la ESO. Los candidatos no se han dado por enterados de que se trata de constituir el Parlamento de una Europa que teóricamente deseamos que sea lo suficientemente fuerte para colaborar en el dibujo del mundo que salga de esta crisis...

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El nivel de la campaña electoral no pasaría el filtro de la ESO. Los candidatos no se han dado por enterados de que se trata de constituir el Parlamento de una Europa que teóricamente deseamos que sea lo suficientemente fuerte para colaborar en el dibujo del mundo que salga de esta crisis.

Lo peor quizá es que es previsible e inmensamente aburrida. El avión Falcon del presidente, las diatribas contra el aborto y la comprensión con la pederastia sacerdotal nos sitúan en los debates que se resolvieron en Europa en los años cincuenta; la dignidad y la seguridad del cargo del presidente de Gobierno debiera estar por encima de la insidia; la interrupción del embarazo se discutió en España hace veinticinco años y que alguien pueda ser comprensivo con un sacerdote pederasta le sitúa en el mismo nivel de abyección moral que quien abusa de un menor desde su poder, protegido por el áurea del sacerdocio de Dios.


Por los juzgados desfilan alcaldes corruptos, presidentes de comunidad que no encuentran las facturas de algo tan personal como su vestuario, jueces acusados de prevaricación. La resultante no puede ser otra que una inmensa abstención de quienes observan que los problemas reales no tienen nada que ver con los debates políticos.
Ganará quien más movilice a los suyos y, como siempre, puede más el odio que la adhesión. Éstas son unas elecciones cargadas de rencor que activarán los mecanismos de las pasadas de cuenta. De todas formas, hemos salido ganando: hace setenta años los ajustes se hacían en la cunetas y ahora se hacen en las urnas o quedándose en casa. Pudiera ser el principio de una clase política que se diera cuenta de que la bronca, por sí misma, nunca es la solución. Con esa idea tan simple el horizonte estaría al alcance de la mano.

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