En román paladino

Al menos, refundación

Las elecciones se miden por las expectativas tanto como por los resultados. Las expectativas de Ciudadanos y de Podemos eran más altas de las conseguidas

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La detención del delegado del gobierno en el País Valenciano se une a la larga lista que hace una alineación terrible para el Partido Popular con  Bárcenas de portero, defensas, Correa, Lapuerta y Sanchís, medios, Blasco y Fabra y delanteros, Rato, Blesa, Granados, Castedo y Matas y un larguísimo banquillo de suplentes y entrenadores y masajistas…...en una alineación a la antigua de un tres, dos y cinco.  Con este paisaje,  lo que ha pasado en estas elecciones –donde el Partido Popular, a pesar de todo, ha conseguido seguir siendo el partido con más votos en España- es que el PP ha perdido la capacidad de acordar con casi todos, de hablar con casi todos, y de pactar con casi nadie.

Las elecciones se miden por las expectativas tanto como  por los resultados. Las expectativas de Ciudadanos  y de Podemos eran más altas de las conseguidas, pero en el caso de Podemos las candidaturas de base plural, pero sin su nombre aunque con su apoyo como Madrid, Barcelona, Valencia…, han modificado esa percepción y les ha hecho sacar más pecho del que indica sus resultados con sigla propia, como en las elecciones autonómicas. El PSOE partía de muy debajo de moral, por su fracaso en las pasadas generales y europeas, y un resultado mediano que le ha convertido de nuevo en   el primer partido de la izquierda española le ha cargado las pilas de cara a las elecciones generales porque su poder territorial va a subir de forma considerable y eso será un apoyo importante para dar el salto. Es  la dirección ascendente de su  marcha hacia la Moncloa lo que le insufla optimismo al más que centenario partido.

El caso del PP es justamente el contrario. Su soledad política, su carencia de liderazgo, su negativa contumaz a realizar cambios, su discurso empantanado en una recuperación que hasta cabrea al personal por no sentida por la mayoría de la población, la espantada general de sus líderes históricos en alcaldías y  comunidades autónomas, e incluido una parte de los componentes del Consejo de Ministros, hace que el pesimismo se haya adueñado de un partido que ha dispuesto de mayoría absolutísima en todas partes y que –como antes le sucedió al PSOE, en el tardo zapaterismo- no supo interpretar lo que sentían los ciudadanos. Ahora, cuando menos, se impone una sólida y urgente refundación si no quiere reencarnar el espectro de la  UCD.  

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