El arco del triunfo

Ahora los ladrones y sinvergüenzas patrios dan con sus huesos en la cárcel o reciben, por lo general, su merecido. Pero siempre se escapa alguien por la rendija.

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En el Oeste, un ladrón robaba un caballo y lo ahorcaban sin más. Si atracaba un banco, lo mandaban a prisión y lo purgaban a base de judías con chile durante un porrón de años. Ni John Wayne se libró que esta exclusiva y picante dieta de reinserción.
En la España de Franco, los ‘robagallinas’ eran los delincuentes más perseguidos tras los desafectos al régimen, que eran hijos de media España. Bueno, y estaba El Lute, que resultó ser nuestro enemigo público número 1, una versión mejorada del ‘hombre del saco’ para que los españoles cerraran a cal y canto puertas y ventanas y no se enteraran de nada.
Pero el criminal tipo que siguió matando durante la larga noche de la posguerra quedó impune. Se benefició del expolio sistemático de las familias republicanas y gozó hasta la muerte del dictador de los privilegios sine die que le concedió el régimen por acreditar una devoción mariana sublime sin renegar de su condición de matarife. Era una España más en negro que en blanco.
En la España actual, la cosa ha cambiado sustancialmente. Ahora los ladrones y sinvergüenzas patrios dan con sus huesos en la cárcel o reciben, por lo general, su merecido. Un desfile del que no han escapado ni las folclóricas. ¡Menuda gira va a hacer la Pantoja cuando salga de chirona! Pero siempre se escapa alguien por la rendija. Sin ser un caso del diez, la lideresa del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, ha quedado finalmente libre de polvo y paja de su sonado incidente con la Policía de Movilidad de Madrid.  Desde que el despacho de Rodríguez Menéndez se personó como acusación particular en el caso, no tenía ninguna duda de que el desenlace sería el que ha sido: archivo sin más por no quedar acreditada la versión policial.
Esta decisión judicial sienta un precedente tan interesante como peligroso. A partir de ahora, un ciudadano sabe que si aparca en el carril bus y unos agentes de Movilidad le intentan multar, puede montarse en el coche tan ricamente, arrancar e incluso llevarse por delante una motocicleta de los policías. Y darse a la fuga con los agentes pisándole los talones. Ni control de alcoholemia ni falta ni delito ni leche frita. La versión policial al cubo de la basura directamente.
Y Esperanza Aguirre, claro está, en disposición de encabezar la lista del PP a la alcaldía de Madrid para enseñarles a los madrileños cómo pasarse por el arco del triunfo a la autoridad.

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