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Veranillos aquellos

Pues eso, compay, que nuestras dos alcaldesas nos castigan sin piscina veraniega porque la que regentaba el bueno de Manolo, recuerda, según ellas, no tiene solución. O sea que inauguramos otro erial más a mayor gloria de la ineptitud imperante. A modo de compensación, espero que repartan botijos de

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Pues eso, compay, que nuestras dos alcaldesas nos castigan sin piscina veraniega porque la que regentaba el bueno de Manolo, recuerda, según ellas, no tiene solución. O sea que inauguramos otro erial más a mayor gloria de la ineptitud imperante. A modo de compensación, espero que repartan botijos de Lebrija.

La tropa que nos gobierna es un desastre: habla, habla y ríe, taconea y canta en feria, pero milagritos, lo que se dice milagritos, de momento, ninguno. Que cada vez que se pierde un capón: casualidad: da en la cabeza de un pobre.

A poco que uno se fije en el detalle de los presupuestos, acabará descubriendo que PP y PA andan así como esperando que el tiempo pase, espantando moscas y sin más cálculo que tener algo que gastar en las elecciones de mayo, a ver si entre compadreos y regalitos consiguen otros cuatro años de ordeno y mando, solo por ser pelín más pícaros que los otros.

Si entrenasen, éstos del gobierno municipal, acabarían haciendo bueno al Platanito pidiendo otra oportunidad a los pies del gobernador franquista de Huelva. Ándenle, coño, y tiren lejos, ándenle y no se corten, que la fiesta la paga la parroquia y palmeros no les van a faltar por más que hayan dejado al personal sin piscina de verano o por más que traten de disimular su pésima gestión llamando “Nuevo Parque” al vacío que deja. Así que para los pobres se acabó lucir moreno serrano en la piscina de San Rafael. Suerte tienen que la oposición sea muda, tan muda...

Cuando entonces, ya saben: cuando se sumaron intereses tan distintos como los del PP y los del PA, algunos entusiastas se tragaron el rollito de la transparencia y no faltaron los que vieron en ustedes el ibuprofeno que todo lo sana: frenar el despilfarro, renunciar a esas obras que nada aportan ni hacen ciudad, ponerse en plan Marinaleda joseantoniana para exigir las carreteras que faltan, ordenar el laberinto del tráfico y la nada de los aparcamientos, ultimar los Molinos del Tajo —todos—, propiciar inversiones turísticas, darle al botellón de Blas Infante alguna salida masticable para el personal adolescente…

Aunque si algo ansiaban sus votantes era que no pusieran vaselina al Eroski que será la puntilla de los pequeños y medianos negocios del llamado Centro Comercial Abierto. Algunos pensaron, ingenuos, que ustedes eran el remedio; hoy ya saben que son el problema.

Y no me vengan con la cantinela de la herencia de Toti –¿rendirán cuentas?–, pues cuando tomaron el ayuntamiento con la mirada fija en la nómina, bien sabían cómo andaba el patio, que hasta puede que no estuviera tan mal. O sea, que ustedes se metieron en el barro y ahorita no saben cómo explicarnos que entregan una ciudad peor que la de hace tres años y pico. Y además sin piscina.

Tengo entre cejas, todavía y por mucho tiempo, el pleno de aprobación de un presupuesto que niega la ayuda a los más humildes, que no mira a los ojos de los más pobres y que no quiere reconocer las carencias de una ciudad que, como tantas otras, tal vez habría estallado ya de no ser por las bolsas de Cruz Roja y Cáritas.

¿Pero es que no ven? ¿Es que no tienen Sus Eminencias ojos en la cara? ¿No ven, acaso, que mientras ustedes se lo montan de duques y baronías y tiran de cohetes y van de pijitos recuperadores de banderas y abriendo las procesiones, hay ciudadanos que carecen de una vivienda habitable, y lloran en Iberdrola o piden una bombona de fiado?

Pues eso. Al carajo. Se acabó lo que se daba. Uno esperaba algo más de ustedes. Hubiera bastado un presupuesto en tiempos de crisis y que no nos metieran en el libro de los récords por ser la única ciudad sin piscina pública donde el personal pueda lucir bronce serrano, pero nada, es lo que hay: hasta el jugar a los novios nos niegan.

Resumen de un mandato: donde antes había piscina, ustedes van a poner un algo al que llamarán parque. Parche a parche hasta la ruina total. Guárdenme un botijo.

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