Largo cortejo penitencial encabezado por una solitaria cruz de guía a la que siguió la banda de cornetas y tambores de la propia hermandad y las primeras filas de nazarenos vestidos con la tradicional túnica beige y el capirote y cíngulo rojos, y menos hebreos que en otras ediciones, pero todos portando las palmas en señal de alegría por un cristo que sigue vivo entre la gente... En los primeros tramos de la procesión se dejaron ver los estandartes que hacen de los niños auténticos valedores de la esta cofradía: Dejad que los niños se acerquen a mí, Alabad al Señor...
El paso de misterio de Cristo Rey gozó de su esplendor primaveral de siempre, aunque este año con distintos exornos florales a base de colores lilas familiares a la Pasión. Tras el paso, la agrupación musical Cristo de la Buena Muerte de Paterna de Rivera, la cual ya mantiene una relación casi histórica con la del Domingo de Ramos arcense por la de años que lleva acompañando la procesión.
Detalle del paso, junto a sus nuevos adornos florales, fue esa jaula con un pequeño pájaro que porta una de las imágenes que ofrece una flor a Jesús subido en su pollino, con la enorme palmera detrás que le cobija y que proporciona sombra a su paso por las calles de María Auxiliadora.
El final del trayecto fue para el paso de María Santísima de la Fuensanta, dirigido por la capataz Mercedes Perdigones y bien decorado con flores blancas. Junto al paso, la banda municipal de música Vicente Gómez Zarzuela puso la música para la particular pasión que también María está a punto de vivir.
Como viene siendo habitual en este recorrido, las miradas se fijaron especialmente en esos niños romanos que en Arcos son conocidos como romanitos, que perfectamente adiestrados escenifican un ritual que también viene haciendo escuela. Y es cada vez son más los niños de Arcos, incluso de fuera del Barrio Bajo, que se suman a la tradición orgullo de su hermandad.
En la presidencia del recorrido, junto al hermano mayor, Joaquín Rodríguez Román, se pudo ver al párroco de María Auxiliadora, el padre Juan Manuel Sotelo. Si bien el mayor número de público se observó a la salida de la cofradía por el pórtico parroquial, también fue numeroso el agolpado en la calle Pérez Galdós, que es de los pocos sitios por donde la procesión discurre por una calle ancha, con barrancos incluidos, para presenciar el desfile con cierta comodidad. A todo, los establecimientos del barrio se llenaron en una jornada claramente de júbilo dominical.
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