Podemos considerar la provincia como un organismo, con sus etapas de fortaleza pero también con circunstanciales achaques. Personas enamoradas de esta tierra, como el cardiólogo Manuel Concha, son nuestro corazón: el principal músculo que tiene que abrirse paso desde la excelencia profesional. Güiza y Juanito, embajadores de Cádiz en la exitosa selección de fútbol, son nuestras piernas capaces de remontar cualquier obstáculo; la Asociación de la Prensa de Cádiz, ya centenaria, es nuestra mente creativa y libre; la Guardia Civil y la Policía Nacional son como los anticuerpos o vacunas que hacen un trabajo sobrio, muchas veces ignorado, para que todos disfrutemos de una vida mejor y más segura...
Las cualidades humanas, los valores más preciados, también pueden servirnos como analogías o metáforas identificadas con el resto de entidades premiadas: el equipo de transplante renal del Puerta del Mar es la constancia conformada en un colectivo profesional; Javier Ruibal es la sensibilidad arropada en la canción perfecta; la asociación El Pan Nuestro de San Fernando encarna la solidaridad con mayúsculas que no entiende de crisis circunstanciales, acostumbrada como está a vivencias de permanente miseria; y colectivos como la Asociación de Sordos de Cádiz y Si Quieres Puedo, de Barbate, son la tenacidad que permite que muchas personas confíen en su potencial, sin reparar en los roles desfasados sobre capacidad /discapacidad que asigna este mundo cada vez más competitivo.
De estas personas y de todas las que han unido su destino al porvenir de Cádiz depende nuestra salud colectiva. Nuestro latido es fuerte y parece sugerir, con su rítmica cadencia, que la provincia está preparada para remontar los malos momentos y salir fortalecida ante cualquier crisis.
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